"Los encargos siempre suponen un reto porque te proponen una figura o escultura que nunca has tallado. Ahí es cuando se me enciende la llama que llevo dentro", asegura Iosu Redondo, que desde hace más de una década talla en madera como hobby y en mayo del año pasado pasó al mundo profesional con el proyecto Berriwood Artesanía en Madera.

Desde pequeño, Iosu ha sido "muy manitas" y estudió ebanistería artística. Al terminar, empezó a trabajar en una carpintería en Zabalza, en el valle de Etxauri: "Tenía horario partido y me quedaba a comer. En ese entretiempo, comencé a tallar por mi cuenta. Ha sido todo autodidacta. Por eso, a veces metía la gamba hasta el fondo", confiesa.

Iosu dejó la carpintería, se puso a estudiar educación social y encontró un puesto de trabajo en Pauma, una empresa que gestiona recursos sociales y educativos. Eso sí, no abandonó "mi sueño, mi pasión, el proyecto que siempre he tenido en mente", y Berriwood llegó en mayo, cuando Pauma aplicó un ERTE. "Era ahora o nunca porque estaba todo paralizado y tenía mucho tiempo libre. Y como no me quería quedar con la duda de qué tal hubiera ido, me lancé a la piscina", relata.

La decisión no estuvo exenta de nervios e incertidumbre: "Con todos los del mundo, pero detrás había un plan de empresa trabajado durante meses. Creé el proyecto con todo muy medido y sin tirar la casa por la ventana. Es más, comencé con algo sencillo y siendo más pobre que una rata, aunque con el convencimiento de que estaba haciendo algo que iba a gustar", recuerda. Durante los primeros meses, "hubo más gastos que ingresos, en otoño igualé y en diciembre y enero parece que avanzamos poco a poco", explica.

Olivo, nogal y roble:

Iosu talla piezas con olivo, nogal y roble. Estas tres maderas proceden de aserraderos locales o empresas familiares y tienen una gran historia detrás. "Como artesano, me gusta saber con qué trabajo y por eso mantengo un trato directo con los artesanos", asegura.

En el caso del olivo, proviene del valle de Órgiva, situado entre la vertiente sur de Sierra Nevada y la Sierra de Lújar, en Granada. Allí reside Claudio, cuarta generación de una familia de ebanistas que poda los ejemplares que ya están mayores. "Se poda para rejuvenecer el olivar. Forma parte de las labores de cuidado y arreglo", afirma. Después, las ramas del olivo se colocan sobre unos tablones, unos encima de otros, y se secan de forma natural durante al menos dos años. Cuando están secos, los envía a Pamplona.

El segundo material, el nogal, procede de Arén, valle de La Ribagorza, en la muga con Catalunya y en las faldas del Pirineo. En este enclave se encuentra Walnutnogal, la empresa y cuarta generación de una familia de nogaleros que se recorren los montes del pirineo catalán, aragonés y navarro "observando los nogales desde su crecimiento hasta su declive, momento en el que son arrancados", apunta. La extracción siempre se produce en las lunas menguantes de diciembre y enero, cuando el árbol contiene menos sabia y la madera es más sana, ya que los insectos no acuden a ella para alimentarse. En este caso, el proceso de secado se alarga hasta los cuatro años.

Tablas de cocina, bandejas, mesas de comedor...

Con estas tres maderas, realiza tablas de corte, bandejas, mesas de comedor, de centro, aparadores... La elección del material "es sobre todo estética, al gusto del cliente", excepto en el caso de las tablas de cocina, para las que recomienda el olivo "porque es menos poroso, más compacto y de esta manera absorbe menos la humedad y se estropea menos".

A su vez, confecciona por encargo productos exclusivos. "Lo que más me piden es una eguzkilore", señala. Sin embargo, el "reto" que más le gustó se lo encargó un motero: "Me pidió un corazón con las cadenas y piezas de la moto. Cuando lo vio, enamorado se quedó", expresa.

A todos estos productos les dota resina "de alta resistencia mecánica" y esto proporciona a la pieza "un punto de exclusividad y diseño único", asegura.

Talleres:

Además, desde el 2 de febrero imparte talleres en Burlada los martes y jueves y en Dicastillo los sábados. "La idea es enseñar a tallar y transmitir esa pasión que yo siento por la madera y el trabajo artesanal. En la actualidad, abunda el lo veo, lo compro y cuando deja de gustarme lo tiro. Ese consumismo exacerbado está matando a lo artesano y a mí eso me rompe", reivindica.

Los cursos son aptos para casi todas las edades, desde jóvenes y hasta jubilados: "Tengo chavales de 15 años. Más pequeños no porque estamos hablando de herramientas que cortan y hay que saber manejarlas con cuidado. Un crío de siete u ocho años aún no tiene esa habilidad", finaliza.