El convoy navarro que el pasado viernes salió de Noáin hacia Varsovia para recoger a 28 personas llegó ayer a Cizur Menor, donde les esperaba un emotivo recibimiento de sus familias navarras. Y es que la mayoría de estos refugiados, todos mujeres y niños -19 son menores de edad-, son chicos y chicas que habían venido regularmente a Navarra gracias a la ONG Arco Iris Solidario, un grupo que acogía en sus casas durante los veranos y las Navidades a niños y niñas ucranianos. Esa relación no se ha perdido, y por ello las familias que los acogían trabajaron desde el momento en el que estalló el conflicto, o incluso antes, para traerlos a Navarra, a ellos y a sus familias.

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"Está siendo muy emotivo, porque son niñas, y digo niñas porque los niños no han podido venir, desgraciadamente, que han venido durante mucho tiempo. A partir de los 18 ya no han podido venir, pero hemos tenido mucho vínculo. Teníamos el deber de hacer lo posible por traerlas", explica Txerra García de Eulate, miembro de Arco Iris Solidario que acogía cada verano a Antonina Novikova, que ayer regresó a Navarra, varios años después de su última visita.

"Han sido dos semanas complicadas -relata Txerra- porque primero ha habido que sacarlas de allá, y la situación en Kiev se estaba complicando cada día más. Una vez salió el viaje todo ha ido muy bien. Ahora es un momento de alegría, pero todos sabemos que esto es una tragedia. No están viniendo como antes a disfrutar del verano".

EMOCIONES A FLOR DE PIEL Irina Oscaria, residente en Navarra, se reencontró ayer con su madre Zhana, con siete de sus hermanos y con uno de sus primos, pero no pudo hacerlo con otros dos, que no pueden salir de Ucrania por ser mayores de edad. Y es que, aunque lo que ayer predominaron fueron las lágrimas de alegría, tanto por haber conseguido escapar del horror de la guerra como por los reencuentros, no hay que olvidar que todos han dejado su mundo atrás. Todos tienen a familiares, a sus parejas, hijos, hermanos y padres, que no han podido salir y que incluso están combatiendo a los invasores. De hecho hay quien ha llegado a perder a algún familiar durante el tiempo que ha durado el viaje a Navarra.

EL VIAJE La expedición, formada por 11 personas y 5 furgonetas, salió de Noáin el pasado viernes. "Íbamos con incertidumbre, porque no sabíamos que te ibas a encontrar, sobre todo en temas burocráticos, pero también en cuanto a seguridad. Pero bueno, Varsovia estaba más o menos tranquila. Sí que es verdad que los barracones estaban atestados", explica Nacho Laquidáin, jefe de Servicio de Policía Local de la Cendea de Cizur y una de las personas que ha formado parte de la expedición.

Asegura que, aunque la experiencia ha sido "intensa", ha habido "más momentos buenos que malos", en gran medida porque las personas que traían ya habían estado aquí. "Ha sido muy fácil en ese sentido. Muchos saben hablar castellano, alguna incluso en euskera. Y para ellos también, claro, porque van a un sitio en el que ya tienen muchos lazos, no van a un sitio nuevo y es menos violento".