Corría el año 1975 cuando a los integrantes de la Orden del Volatín se les ocurrió reunir a diversas comparsas en el día de Santa Ana de fiestas de Tudela. Ese año, en la primera edición de la Gigantada, los gigantes estrenaban nueva vestimenta y la ciudad acogió con gran alegría y jolgorio a 34 figuras, incluidos los gigantes de Pamplona, que hicieron las delicias de todos los vecinos y vecinas.
En 1998, 23 años después, tocaba celebrar la 24ª edición de la Gigantada, una idea brillante que se había asentado como una cita ineludible y tradicional en las fiestas de Tudela. Aquel 26 de julio era domingo y, dado que iba a ser fiesta, numerosas comparsas aseguraron su presencia, hasta tal punto que se iba a batir el récord de asistencia. Los integrantes de la Orden del Volatín decidieron entonces saltar un año en el calendario y dado que en la 25ª edición (1999) el 26 de julio sería lunes y las comparsas no podrían estar presentes apostaron por eliminar la 24ª edición de la Gigantada y adelantar la 25ª edición a ese año, 1998. El truco, la fiesta y la Gigantada fue todo un éxito. Los años transcurrieron y la pandemia de 2020 y la anulación de las fiestas de 2021 hicieron que se llegara a este año 2025 en que se cumple al mismo tiempo los 50 años y la 50ª edición. Todo cuadró.
Todavía con el dictador vivo, las fiestas del año 1975 presentaban un programa muchos más escaso, humilde y austero que lo que conocemos ahora. No hay más que pensar que de las actuales peñas solo existía La Teba (Tudelanos En Buena Armonía). La intención de la Orden era tratar de realizar “una especie de acto de hermandad o de unión con la representación de todas las Merindades”, según explicaban a la prensa. Pero siendo un colectivo tan humilde en aquellos años, contactar y traer a tantas comparsas “desbordaba los límites de la Orden del Volatín y nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento de Tudela. Únicamente para exponerle la idea y que se invitase a los alcaldes de los lugares de donde procedían los gigantes. Ésta es única y exclusivamente la participación del Ayuntamiento de Tudela en este espectáculo”, explicaban. Pero, como con toda novedad, las críticas surgieron pronto y les acusaron de que la cita costaría a las arcas municipales 250.000 pesetas, “decían que era mucho dinero y que ya teníamos en Tudela bastantes gigantes”.
Aquel 26 de julio de 1975 la concentración de gigantes navarros, que pasó a llamarse ‘Navarra, tierra de gigantes’, se celebró con la presencia de las comparsas de Pamplona (8 figuras, con sus kilikis y zaldikos), Sangüesa (4), Tafalla (4), Corella (4), Cascante (3), Olite (2), Fitero (2) y los cuatro de Tudela con sus cabezudos, para sumar un total de 31. Tras el recibimiento en la antigua estación de autobuses, se formó la comitiva que descendió por las calles de Blas Morte y Soldevilla (actual avenida de Zaragoza), para llegar a la calle de Gaztambide, plaza de Los Fueros y de allí por Yanguas y Miranda para llegar a la catedral y participar en la procesión. “Hasta ahora han tenido calles anchas. Pero cuando se metan en las calles estrechas por las que va la procesión, rozarán los balcones”, cuentan las crónicas que decían los vecinos, pero no rozaban los balcones sino que los superaban hasta tal punto que “los niños desde los balcones les llamaban y los gigantes se acercaban para que pudiesen tocarles, la cabeza, la corona o el turbante”.
Una vez que la procesión de Santa Ana finalizó, los gigantes y sus comparsas se trasladaron a la plaza de Los Fueros, no sin montar revuelo ya que a la Policía Municipal de entonces no se les ocurrió cortar el tráfico y aún circulaban coches cuando llegaron a la zona del kiosco.
Las gigantadas se fueron sucediendo con mayor o menor presencia de figuras según el día en que cayera el 26 de julio, día fijo de celebración. Y se llegó a 1998. El año anterior se había vivido la 23ª edición, pero desde la Orden del Volatín, presidida por Esteban Galindo, anunciaron que iban a celebrar las bodas de plata. Su secretario, Javier Marín, explicó a los medios cómo se fraguo ese salto, “sabemos según consta en nuestro libro de actas, que la primera Gigantada como tal fue en 1975. Pero cuando vimos que este año el día de Santa Ana cae en domingo, nos planteamos adelantar el 25 aniversario y lo tratamos en una junta. Pensamos que iba a ser mucho más vistoso hacerlo esta vez porque al ser festivo pueden venir muchas más comparsas que la próxima edición, en que el día 26 será lunes”. En su opinión, el cambio ya mencionado no tenía “mayor importancia. Si lo acordamos nosotros, que somos los organizadores, entendemos que tampoco hay que ir hilando fino”.
De esa manera, la 24ª edición desapareció de la pequeña historia de las gigantadas y apareció, de repente, la 25ª edición que a la larga será recordada como la más numerosas y exitosa de su historia. Dado el elevado número de figuras se pensó en dividir por primera vez a los participantes a mitad del trayecto – en la confluencia entre Avenida Zaragoza y la calle Gaztambide –, con el fin de que la mitad acompañara a la patrona en su recorrido procesional por el casco viejo. Por tanto, teniendo en cuenta que la plaza de los Fueros no podía acoger a los 93 gigantes que se esperaban “se trata de que el baile final lo hagan en ambos lugares, sincronizándolo de modo que lo hagan de forma alternativa. Sin embargo, la jota final la interpretarán todos a la vez”.
Presupuesto
En lo que se refiere al presupuesto del acto, se calculó que el gasto de traer a cada figura suponía entre las 30.000 y 31.000 pesetas (solo para porteadores), a lo que habría que sumar alrededor de 30 bandas de gaiteros, “estamos hablando de un colectivo de más de 360 personas. Por todo ello estimamos que la organización nos va a suponer alrededor de los 3,6 millones de pesetas”, adelantaba Marín.
La Orden del Volatín contaba con una subvención del Ayuntamiento de Tudela de 1,6 millones de pesetas para la Gigantada y el resto de actos que organizaba. Dado que con esa cantidad no se podría cubrir el coste, “se baraja la posibilidad de contar con distintas entidades o empresas patrocinadoras. Pero mientras buscas ese patrocinio, lo más seguro es que los componentes de la entidad adelantaremos dinero”.
Pero todo fue más allá de lo esperado. Más de un centenar de figuras, procedentes de 28 comparsas navarras, llegaron a Tudela para conmemorar la 25ª edición de la Gigantada, batiendo con creces el récord de participación en este acto. Era la primera vez que se pudieron ver reunidos en la capital ribera a un número tan importante de gigantes, alrededor de 110 y hay que tener en cuenta que entonces en Navarra había 53 comparsas. En concreto, estuvieron presentes las comparsas de Murchante, Lodosa, Corella, Lumbier, Tafalla, Miranda de Arga, Aoiz, Carcastillo, Azagra, Noáin, Arguedas, Cascante, Villafranca, Burlada, Huarte, Funes, Falces, Zizur Mayor, las dos comparsas de Tudela, Fustiñana, Abárzuza, Artajona, Cortes, Alsasua, Sangüesa, Cintruénigo y Barañáin. El coste se disparó a los 3,6 millones de pesetas y alrededor de 400 personas acompañaron a las comparsas y más de 25 parejas de gaiteros. Para hacer frente al presupuesto, la Orden contó con la subvención municipal de 1,6 millones “y hemos pedido un crédito para abonar el resto, avalado por los socios. Pero en ningún caso queremos medallas por este motivo. Hacemos esto porque queremos y nos gusta. Se trata de un espectáculo que espera la gente con ganas”, repetía Marín aquel 26 de julio de 1998.
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