“Ahora no se escuchan los pájaros como entonces, pero seguimos siendo una familia”. Josefina Alzueta llegó a las casas de Arrosadia hace 50 años y se enorgullece de que, en este medio siglo que ha pasado, esas dos torres de viviendas que emergen junto a la Universidad Pública como si fueran las palmeras de una isla, no hayan sido absorbidas por los nuevos desarrollos. De hecho, su singularidad y que aquel proyecto urbanístico que el entonces alcalde Miguel Javier Urmeneta puso en marcha, no fuera a más, quizá acabaron siendo determinantes para que el barrio se mantenga intacto, tranquilo, y, como dice Josefina, “solo con los de casa”.

Hoy el topónimo de Arrosadia es también la denominación del barrio en pleno desarrollo en el sur de la ciudad, entre la avenida de Zaragoza y la calle Tajonar, y dio nombre al pabellón deportivo y al campus de la UPNA. Pero antes, hace 50 años, ellos fueron los primeros, los que le pusieron el nombre del euskera arrosadia (lugar de rosales), a esta zona entre el Sadar y el camino de Tajonar, que construyó la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona y en la que acabaron viviendo 92 familias. Así, lo recuerda Josefina Alzueta, que a sus 84 años, está tan arraigada a su pequeño barrio de dos casas, que “me gustaría morir aquí”, dice. 300.000 pesetas les costó en 1969 el piso: “Hasta entonces, mis padres regentaban la portería del edificio de Cáritas en San Antón, pero mi padre murió y nos fuimos con mi madre Severina y mi hermana María a aquí. La vivienda nos tocó por sorteo”.

Y hasta ahora. De hecho, Josefina y María son de las más veteranas que quedan en el barrio, en el que vivieron también otros vecinos (algunos ya fallecidos) como Félix Baudor, Ángel Unzué, José Luis Mendívil, Jesús Aragón y Filo, Jesús Balda, Pili Ibero, Margarita Tellechea, Antonio Cedazo, Asunción Ibero y su hija Lidia... y un largo etcétera de personas que han forjado la singular historia de este barrio de dos bloques de viviendas, uno de 14 pisos de altura, y otro extendido a su lado, de 8.

“Inicialmente, ese modelo constructivo iba a ir repetido varias veces, pero acabó quedándose únicamente en un buen trazo de aquella cuadrícula que su autor seguramente tuvo algún día en la cabeza”, explica Arturo Osácar, que nació en Arrosadia a principios de los 70 y que hoy en día ha sido uno de los impulsores de los actos de aniversario y se ha encargado de recopilar todas las imágenes y las grabaciones que ha podido encontrar de su barrio: “Como el ladrillo y el cemento rompieron con todo el verde que les rodeaba (por entonces, todo aquello eran campos), se plantó un pino que, a la postre, ha sido seña de identidad del barrio. Junto a él, en los bancos que aún siguen allí, ha pasado muchas tardes Josefina: “De aquellas 92 familias, muchas han cambiado, pero se mantiene el ambiente”, dice y añade: “Yo he vivido muy a gusto aquí, he disfrutado una barbaridad. Al final, era como un pueblo en medio de la naturaleza”. El hecho de mantenerse ajenos al resto de la ciudad les unió para siempre: “Compartíamos todo, si una sabía coser o si otra persona hacía un bizcocho...”. También las preocupaciones, como recuerda Arturo, en momentos en que algún vecino “tenía dificultades económicas, se le ayudaba”.

12 de marzo de 1969 En marzo de hace 50 años, en 1969, llegaron a vivir los primeros vecinos, “todos ellos de entre 25 y 30 años, de clase trabajadora”, y en mayo de ese primer año “nació Susana Baudor, primera persona nacida en el barrio”. Arturo Osácar explica que en aquellos primeros años, Arrosadia tuvo de vecinos más cercanos a El Sario, a las piscinas y el campo de fútbol de Osasuna, por un lado, y al Soto de Lezkairu, por otro. Allá a lo lejos, veían el colegio Luis Amigó, y detrás de unas lomas, mirando a Pamplona por el norte, aparecían las casas de Santa María la Real.

En 1977 llegarían las primeras fiestas del barrio, y luego las hogueras de San Juan y los partidos de fútbol interminables e “innumerables momentos que todos los que hemos viviendo siempre llevaremos en el recuerdo”. Recuerdos preciosos y también reivindicaciones, como su lucha para lograr “que las villavesas se atrevieran a bajar por allí”. En los 80, no cuajó el desarrollo del conocido como Plan Sur, y el recambio fue mejor, ya que en 1989 comenzaría a implantarse la UPNA: “Con ella vinieron los viales que nos acercaban más a la capital, pero también las protestas para salvar los álamos blancos y para que en 1997 les pusieran baldosas a modo de aceras”, describe Arturo Osácar, quien recuerda con especial cariño a los que se fueron: “Son unos cuantos, ya van siendo muchos, pero tendrán un hueco en la celebración de las Bodas de Oro, este sábado”.

Medio siglo en cuatro palabras: una torre, un bloque, un pino... y la gente.

Este sábado, comida para 86

Celebraciones. Con ese mismo ambiente familiar del que han hecho gala durante estos 50 años, los vecinos del barrio de Arrosadia celebran este sábado sus Bodas de Oro. A las 2 de la tarde, 86 de ellos se reunirán en una foto de familia y una comida en la Rochapea, en la que no faltarán las anécdotas, los recuerdos y más de una lágrima. Durante la sobremesa, se proyectará el vídeo de 18 minutos que Arturo Osácar ha realizado con las fotografías y grabaciones realizadas por los vecinos a lo largo de la historia del barrio, y habrá también homenajes para los y las más veteranas de Arrosadia. “Aquello acabó convirtiéndose en un pueblo dentro de Pamplona”. Y así sigue siendo, cinco décadas después: un sitio privilegiado.