pamplona - A primera hora de la mañana solo los más reacios a abandonar las calles y el olor típico al ambiente de San Fermín eran las únicas señales significativas de una larga noche en las calles céntricas del Casco Viejo.

Los servicios de limpieza, unos txistularis de Pamplona y un grupo de jubilados del Imserso inauguraron las principales vías en el día grande y último de San Fermín de Aldapa. Mientras, en la primera planta del Hotel Catedral Pamplona, se preparaban los 39 dantzaris del Ezpatadantza a cargo de Duguna Dantza Taldea que a las 11.30 recorrieron las calles desde el puente de los Curtidores hasta la capilla de San Fermín de Aldapa.

Con gran notoriedad destacó su tradicional vestimenta blanca y roja, en honor a San Fermín, adornada con dos bandas rojas cruzadas en el pecho y la espalda sobre los que descansan el escudo de San Fermín de Aldapa y las cincos llagas de Cristo por delante, y el escudo de Navarra y de Pamplona en la parte trasera. Cintas rojas, medias blancas, pantalón corto blanco, zapas con cascabeles, faldín plisado, camisa blanca y en la cabeza una kaska de flores completaron la indumentaria que lucen en los actos oficiales acompañando a la corporación en los días más importantes para Pamplona.

Gran tradición Duguna cumple su duodécimo aniversario representando sus dantzas propias y típicas que ya forman parte de la cultura pamplonesa como la ezpatadantza que estrenaron en 2009. Aritz Ibáñez, uno de los promotores, explicó que el grupo buscaba recordar “la tradición de dantzaris en las fiestas de las ciudades que habían habido en los siglos anteriores” por lo que profundizaron en “un bricolaje coreográfico” a la hora de crear la dantza y personalizarla mediante la vestimenta. Cerca de 55 dantzaris se encuentran en activo en el grupo adulto, aun así se nutre del grupo txiki, vigente desde 1990 y del que este año 16 dantzaris dieron el salto. Entre ellos, debutó en el día grande de San Fermín Txikito Idoia Egozkue, la segunda más pequeña del grupo, que tras un año entero de ensayos en el pabellón de Arrosadia se estrenaba como dantzari del Duguna “con muchos nervios por la emoción y la ilusión que esto conlleva”, reconocía tras haberse mantenido al margen de la dantza durante cuatro años. En el colegio aunque “a nivel de primaria” ya practicaba la euskaldantza pero por complicación de horarios tuvo que dejarlo a los 12 años.

El sonido de los cascabeles llenaba la sala del hotel en el que ultimaron cada detalle: la colocación de la faja y de la kaska junto a los lazos de las cintas para el gran acto que abrió, por quinto año consecutivo, Joseba Lorenzo, ondeando la bandera de Pamplona en el centro del puente de los Curtidores en medio de un silencio sepulcral. “¡Ánimo cuadrilla!”, exclamó Lorenzo segundos antes de dar el pistoletazo de salida a la tradicional ezpeta-dantza.

Implicación de los vecinos Cientos de personas ansiaban su llegada en cada una de las calles que atravesaron: Santo Domingo, Mercaderes, La Mañueta hasta llegar a la capilla San Fermín de Aldapa. Durante el recorrido, La Boba encarnada por Izaskun Arriaran supuso “el nexo de unión entre los txistularis y los dantzaris” al mismo tiempo que fue la única dantzari que pudo “salirse del tiesto y del reglamento”, relató.

Contagió la simpatía y la amabilidad a todos los vecinos que se incorporaban durante el recorrido, aunque demasiado cerca de los dantzaris y trataba de mantenerlos al margen, entre risas y pequeños sustos. Una vez llegaron a la capilla, el silencio para ver salir al Santo inundó la plaza entera.

Los vecinos fueron uno más en el recorrido que compartieron los dantzaris junto a la Comparsa de Gigantes de Pamplona. Las calles quedaron abarrotadas de gente en una jornada festiva y muy familiar que acompañaron a San Fermín de Aldapa en su despedida hasta la llegada al Ayuntamiento, donde Duguna bailó la ezpata-dantza junto a la bandera de Pamplona que portó Lorenzo. Por otro lado, la Feria de Artesanía fue uno de los grandes atractivos durante la mañana de ayer, sobre todo con los talos, en la que cientos de personas disfrutaron de uno mientras esperaron frente al Ayuntamiento la llegada de la procesión. Miel, cerveza casera y eguzkilores y joyas talladas a mano fueron parte de los varios puestos que consiguieron llenar Chapitela y Mercaderes en un gran día para el Casco Viejo.