pamplona - Entre los reconocimientos, medallas o placas que se otorgaron ayer en la Ciudadela con motivo de la festividad de la Policía Municipal de Pamplona -sobre todo entre agentes de los diferentes cuerpos policiales y funcionarios públicos- hubo 3 asistentes que ni visten de uniforme ni entre sus ocupaciones habituales se encuentra salvar vidas o exponer las suyas.

El azar, sin embargo, se ocupó de colocarles a los 3 ante una situación crítica, uno de esos momentos excepcionales donde se pone a prueba de qué pasta está hecha una persona; y Teresa Ezponda Igea, Bernardo Fernández Marín y Oihane Argia Martínez Oroz supieron estar a la altura de las circunstancias.

Y si no que lo pregunten a la madre de Aritz, el bebé de 9 meses que se quedó sin respiración durante unos interminables segundos hasta que Teresa apareció por ahí . “Estaba en la Milagrosa de forma casual y me encontré con una madre que bajaba de su casa gritando con el bebé en brazos. Ya comenzaba a estar un poco amoratado. No sé ni cómo lo hice pero le reanimé acordándome del cursillo rcp que había realizado”, explicó esta profesora de 25 años.

Aquel episodio unió a dos personas que hasta ese día no tenían nada en común, pero que desde entonces se mantienen en contacto. “Después de ese día me fui a verles al hospital y seguimos hablando. Ahora Arkaitz tiene 2 años y aunque tiene alguna pequeña secuela desde entonces, está bien”.

Algo parecido le sucedió a Oihane Argia, empleada del Aquavox del Casco Viejo, que tuvo que reanimar a un usuario de 42 que sufrió un infarto en el gimnasio. Ella estaba entrenando, en su tiempo libre, cuando hubo una alarma. “Le conseguimos reanimar y tuvimos suerte porque se le pudo trasladar de inmediato a un centro hospitalario. Se recuperó perfectamente y al tiempo me regaló un planta”, relató ayer esta pamplonesa de 38 años.

un suicida en el puente Bernardo Fernández, de 51 años, visitador médico, todavía se emociona al recordar aquella mañana de domingo cuando salía tan tranquilo de las instalaciones deportivas de San Juan con su hija y se encontró a un joven dispuesto a lanzarse al vacío desde el puente cercano a la entrada principal. “Son situaciones que no puedes ni imaginar. Es algo que te pone la vida por delante y que tienes que hacerle frente”.

Él lo hizo. El joven suicida se encontraba al otro lado de la valla del puente, preparado para precipitarse al vacío, cuando Bernardo intervino. “No me lo pensé. Lo primero que hice fue preguntarle si me dejaba ayudarle. Estaba muy tenso, pero me dejó acercarme a él y comenzamos a hablar”. Así pasaron varios minutos hasta que finalmente convenció al joven para que pasara al lado seguro del puente y abandonara su propósito. “Luego estuvimos abrazados durante un buen rato, casi media hora, llorando por momentos. Es imposible de olvidar algo así”.

Los tres, así como Ramón Arbizu Torrero, que no asistió a recoger su reconocimiento público tras haber colaborado en la extinción de un incendio, recibieron las felicitaciones de todos los presentes, aunque los que más aplausos se llevaron fueron José Javier Orzaiz Ansó y Luis Miguel Goñi Sos, dos jubilados que ingresaron en la Policía Municipal en 1983 y han desarrollado diferentes labores en el cuerpo durante más de 35 años. Ayer les tocó el turno de su merecido homenaje.