o hubo tumultos. Ni aglomeraciones. Los controles en la plaza del Ayuntamiento, en todas y cada una de sus esquinas, fueron de aforo más que de vidrio y la ropa blanca y roja lució en clara minoría. Lo que si se generalizó es el uso de la mascarilla para poder acceder a una zona antes vetada para silletas con bebés y personas mayores, que por fin pudieron disfrutar de ella en un seis de julio atípico por su extrema formalidad. Hubo hueco para la calma y la quietud y más expectación que espectáculo, porque aunque a las 11.50 se completó el aforo de 400 personas, quienes vivieron el no Chupinazo desde este preciado enclave se comportaron con creces.

Las amigas madrileñas Patricia Rus, Begoña García y Ana Belén Muñoz -que ayer cumplía 33 años- lucieron su pañuelico rojo. "Nos gusta muchísimo esta fiesta y queremos seguir potenciándola, llevamos cuatro años viniendo, siempre para celebrar su cumpleaños", decían. Les encanta disfrutar de la ciudad aunque "desgraciadamente" este año será diferente. "Haremos lo de todos los años aunque vamos a echar de menos el encierro", confesaban. "Esta plaza tendría que estar más llena: con medidas de seguridad y espacio no tiene por qué ser peligroso. Este año más que nunca hay que potenciar nuestro país, sacarlo adelante". Francis Suárez y Marylin Morales, que sujetaba en brazos al pequeño Elian, de 8 meses, esperaban pacientes en la plaza. Naturales de Santo Domingo aunque afincados en Pamplona desde hace un año, es la primera vez que disfrutaban de los no Sanfermines con el pequeño y en un espacio al que hubiera resultado impensable acceder con una silleta en circunstancias normales. "Por un lado está bien, pero es un poco triste. Me habían comentado que había mucha más alegría, más gente, más armonía", explicaba Suárez.

También era la primera vez en esta plaza para Yaiza Alonso, Marta Asenjo, Tania Aramendía y Amaia Cotelo, vecinas de Pamplona, Burlada y Barañáin. "Es diferente a otros años y se nota, hay muy poca gente. Hemos venido pronto porque sabíamos que iban a controlar el aforo pero había que aprovechar", señalaban. Este año cambiaron la plaza del Castillo por la del Ayuntamiento y el tradicional almuerzo en algún bar del centro por un desayuno improvisado. "Normalmente a estas horas llevas ya alguna cervecita y nosotras estamos con un café. Es un seis de julio muy diferente", explicaban. "Nos da mucha pena pero es lo que toca, tendrá que ser el año que viene. Suspenderlos ha sido lo más sensato, ya habrá tiempo para celebrarlos".

Las primas Virginia Pezonaga y Ana María González, vecinas de Pamplona, iban vestidas de blanco y rojo porque, decían, "aunque no se celebren son Sanfermines, los llevamos en el alma. Hoy al menos hay que vestirse y estar aquí, mañana ya veremos". Aprovecharon para acudir a una plaza que normalmente tienen vetada "por el mogollón. Estamos esperando a ver si sale el alcalde, que no sé si dirá algo", confiaban. El plan era "un vermutico y hasta el año que viene. Ambientillo hay, aunque poco. Es muy triste, hay muy poca gente y pocos se han vestido de fiesta. Echaremos de menos el ambiente, ver los fuegos, la música€ Se va a notar el no ver todos los días el encierro", explicaban. Se sentían extrañas: "Me recuerda un poco a los Sanfermines del 78. Una sensación entre tristeza y nostalgia", comentaba González, que explicaba que "mucha gente tiene miedo. No sube a Pamplona por no contagiar o por no contagiarse, las aglomeraciones no son buenas. Pero aquí estamos bien, quienes han venido se están comportando y hay mucho control. Si no viene nadie y lo entorpece con alguna tontería la cosa será tranquila".

Sagrario Saiz, pamplonica afincada en Zaragoza desde hace más de 30 años, nunca se pierde los Sanfermines. "Y este año, aunque no se celebren, tampoco", decía, acompañada de su hermana Camino, que aunque también vive fuera (un poco más cerca, en Gernika), comparte el mismo sentimiento. "Hemos hecho el almuerzo en casa, en familia. Normalmente siempre almorzamos con los amigos pero este año no se puede. Da muchísima pena aunque no han faltado los huevos fritos con chistorra y la botella de champán", bromeaban mientras compraban mascarillas de tela en la mítica Gutiérrez, donde por primera vez abrieron un seis de julio por la mañana. También subieron la persiana en Óptica Alforja, donde Yoya Alforja, Isabel Irisarri, Izaskun Zarraluki e Iker López celebraron su particular almuerzo de puertas para adentro. "Ha sido triste pero pensábamos que iba a haber más jaleo y la cosa ha estado tranquila así que en ese sentido bien", decían. Enfrente, en Café+Libros Norte-Sur, Mikel de Elguezabal no daba abasto con una terraza prácticamente llena mientras, una vez abierto el paso a las 12.10 horas sin Chupinazo, todo el mundo aprovechaba para hacerse selfies ante la casa consistorial.