A pesar de que han pasado ya casi tres meses desde que se implantó la modificación, a principios del mes de junio, sus resultados siguen sin convencer. La fotografía es clara. La calle Amaya, de la que se anuló uno de sus carriles de circulación, sigue siendo la imagen del caos, con continuos atascos de vehículos, mientras que, como puede observarse, el espacio del peatón no invita a ser utilizado por los viandantes, ni siquiera para descansar a la sombra en pleno verano. La modificación pretendía conseguir 1.200 m2 de nuevo espacio para el ciudadano, en plena etapa de medidas de distanciamiento tras el Covid, con aceras de 3,40 metros. Pero su efectividad sigue sin hacerse notar.