ola personas, ¿cómo va la cosita?, un servidor bien, gracias.

Esta semana me he dado un buen paseo a la antigua usanza: de noche y por lo viejo. A las 23:00 horas he salido de mi cubil y he tomado Carlos III abajo hasta llegar a la Plaza, esa Plaza a la que no hace falta poner el apellido, en Pamplona la Plaza con mayúscula es una, he pasado a Sarasate y he alcanzado la Iglesia de San Nicolás por donde he entrado en nuestro casco antiguo, ese que a todos nos une. Los de Pamplona podemos ser de muchos sitios: de San Juan, de la Txan, de la Rotxa, de San Jorge, del Ensanche, de la Mila o de Mendillorri entre otros, pero todos somos del casco viejo, a lo que cariñosamente abreviamos llamándole "lo Viejo" sin más, él es nuestro nexo común. Sus calles, sus plazas, sus casas, sus iglesias, sus tiendas, sus belenas, sus murallas son de todos, todos las sentimos nuestras, todas ellas son Pamplona pura, cuentan nuestra historia y la vida de quienes nos precedieron viviendo entre sus paredes. He entrado por la calle San Miguel y he visto el terrible letrero de "Se alquila" en una de las tiendas que más nos ha podido llenar de placer a lo largo de su historia, Torrens ha cerrado, ya no cataremos más ni sus ibéricos , ni sus perretxikos, ni sus garbanzos de Fuentesaúco, ha echado la llave. He salido a la plaza de San Francisco y me he fijado que otra histórica , la mercería Carmen, esa pequeña tienda que estaba en los bajos del edificio que más desafía a la gravedad de todo Pamplona, ya no va a vender más calcetines, ni más bragas, ni más txapelas, ni más botones, también ha echado la persiana. Es una pena, son muchas, pero€los tiempos mandan. En la plaza he visto que otra que tampoco atenderá mañana: Calzados Tilo, un local que se conservaba intacto desde el día que se inauguró a nombre de López. He entrado a la calle Eslava por la esquina donde estuvo el mítico comercio de tejidos Echarte y Grávalos en los bajos de una de las casas más bonitas de todo lo viejo, la rejería de sus balcones no tiene parangón con ninguna otra y su portal nos indica que estamos ante un edificio de postín, frente a ella había un pequeño establecimiento llamado Tierra perteneciente a un gremio desaparecido, era un platero.

Calle Eslava adelante he llegado a Mayor, en la esquina la bonita farmacia de estilo modernista del señor Negrillos y enfrente los regalices de U. Ataun, cuentan que D. Ubaldo decía que Negrillos se curaba la tos con las pastillas de Ataun. Chascarrillos de vecindad. He llegado a Descalzos y he tomado a mi izquierda para comprobar lo diferente que han sido tratadas por el tiempo las edificaciones que componen ese tramo. La acera de la derecha comienza con el nuevo edificio que alberga el ascensor de la Rochapea y el restaurante El Buho, le siguen casas de siempre, son casa modestas pero bien cuidadas, con sabor a casco viejo, con sus geranios en sus balconcitos y su ruido de televisiones saliendo a la noche. La parte de la izquierda, sin embargo, es diferente. Comienza ese tramo con una casa recién construida, sin ningún mimetismo con su entorno, no es fea pero un poco de cuidado a la hora de diseñar la fachada no le hubiese venido mal; el resto de la acera hasta casi la esquina me ha hecho exclamar ¡Qué viejo está lo Viejo!, del número 55 al 63 hay una serie de casas cerradas y abandonadas que no sé en qué fase de solución estarán pero que desde aquí lanzo una denuncia para que el Exmo. ponga remedio a una parte de Pamplona que merece mejor tratamiento.

Doblada la esquina he llegado a ese espacio que hay después del convento de los Carmelitas Descalzos, en él una cuadrilla de chicos y chicas ocupaban un velador y tomaban unas copichuelas, una de ellas llevaba la voz cantante y en un tono bastante elevado les explicaba al resto de la concurrencia, a mí y a todo el vecindario, que ella disponía de un artilugio llamado Satisfyer que le procuraba extraordinarios orgasmos, ella empleaba un término más coloquial, sin necesidad de contacto físico con la zona ligada a semejante sensación, desconozco cuál será el funcionamiento de tan impagable avance en el terreno de la sexualidad femenina, pero ella lo elogiaba de manera vehemente diciendo que era una gozada, que podía estar en una fiesta y que ya no se tenía que preocupar de ligarse a un maromo, que si alguno le gustaba bastaba con poner en marcha su Satisfyer y el climax estaba garantizado. Me he entretenido en hacer unas fotos de una vieja bajera, disimulando en plan espía, para poder seguir atento a sus explicaciones, pero ya no ha explicado más, se han enzarzado discutiendo las ventajas y desventajas de semejantes métodos que suplen las relaciones de aliento, carne y besos por unas más frías en las que un cachivache consigue llevar a la señora a la meta deseada.

Como he visto que poco más iba a aprender he seguido mi camino, a mi izquierda ha quedado la pared del hogar del Auroro, con su placa y su campana, y poco más adelante el portal de la Sociedad Iparla donde tantos y tan ricos homenajes nos hemos dado. Por Santoandía he salido a la plaza de la O. Toda esta zona ha experimentado grandes cambios a lo largo de los tiempos, así como veíamos el otro día que Curia y Dormitalería están donde las pusieron los romanos, estas calles, sin embargo, sufrieron un cambio en profundidad cuando en el S.XVII llegaron los carmelitas, con ellos desaparecieron nombres como Carnicerías Viejas, Arrias Oranza o Burullerías y calles enteras como Urraninda o Rua de los Sacos que discurría entre la actual Descalzos y el Paseo de Ronda y la plaza de la O la ocupaba el Hospital de Labradores.

He vuelto sobre mis pasos para tomar Jarauta y por ella rodeado de peñas sanfermineras, el 90% tienen en ella su sede, de tiendas cerradas y abandonadas y de negocios de nuevo cuño, como un estudio de tatoo llamado Jarauta Rabiosa, he llegado a la gótica e imponente iglesia de San Saturnino. He tomado Ansoleaga y a la vera de los contrafuertes del templo y de sus solemnes y altos muros he llegado de nuevo a la Plaza de San Francisco en donde he cerrado el círculo de mi paseo. He encarado mi camino en sentido inverso y a casa con el recado hecho. Al llegar bajo techo la noche me reservaba una sorpresa y todo ha empezado a moverse con violencia inusitada, han sido tres horas de auténtico acojono, porque aunque los sismólogos digan que no pasa nada, la verdad es que los temblores acojonan. A que sí.

Bueno personas hasta la próxima semana.

Besos pa tos.