la calle Amaya era una importante arteria que, partiendo del Casco Viejo, atravesaba el Ensanche de norte a sur, corriendo paralela a la calle Paulino Caballero y a la avenida de Carlos III, que era y es nuestra Gran Vía pamplonesa.

La foto, obtenida por Javier Gallo en mayo de 1965, nos muestra una calle casi vacía de vehículos, pues tan solo registramos un coche y un camión, ambos aparcados. Más trasiego se aprecia en las aceras, donde contamos no menos de 15 hombres, todos ellos trajeados, y una única mujer que marcha calle arriba. Es posible que algunas de estas personas vengan del bar Leyre, que distinguimos al fondo a la izquierda. Allí, trabajando como barman, conocí hace años a Martintxo Altzueta, gran persona, buen amigo y el mejor dibujante de toda Euskal Herria. Con él llevo ya publicados 5 libros, y espero poder publicar muchos más. Ideas y proyectos no nos faltan, ¿verdad, Martín...?

a pesar de los muchos cambios operados, anotamos que sigue en su sitio la casa de la izquierda, con su larga balconada y su mirador de obra, certificando que nos encontramos en el punto exacto donde hace 55 años se colocó Javier Gallo para obtener su foto. Por cierto que es imposible no hablar de la calle Amaya sin referirse al caos circulatorio creado por el actual alcalde y su equipo de gobierno. Atascos, bocinazos y conductores enfadados a diario, todo ello aderezado con el humo de los coches al ralentí, cada día y durante largo rato. Un desbarajuste que debería solucionarse cuanto antes.

La calle debe su nombre a la novela Amaya o los vascos en el siglo VIII, de Navarro Villoslada (1877), ambientada en la lucha de los vascones contra visigodos y musulmanes. De los personajes de ese libro provienen algunos de los nombres vascos más populares, como Amaia, Asier, Amagoia, Lartaun, Aitor, Lorea o Usoa.