ola, personas, ¿qué tal van los fríos?, ¿aguanta el cuerpo? Seguro, porque€ tampoco ha sido pa'tanto.

Esta semana he salido extramuros, mejor dicho he salido más allá, he salido a la cuenca, pues he ido a dos pueblos que, aunque forman parte del área metropolitana de la capital, históricamente son cuencos de cabo a rabo, me estoy refiriendo a los dos cizures el Menor con C y el Mayor con Z.

Me he acercado motorizado al Menor y he aparcado frente a esa maravilla tardorománica que es la iglesia San Juanista de San Miguel Arcángel. Casi desde su origen perteneció a la orden hospitalaria de San Juan de Jerusalén que la convirtió en hospital de peregrinos ya en el siglo XIII. Cizur es lugar de paso jacobeo desde tiempo inmemorial. Con la desamortización de Mendizabal en el XIX pasó a manos privadas y se convirtió en un granero con el consiguiente deterioro, hasta hace bien poco se podía ver en su interior tractores, trilladoras y todo tipo de aperos de labranza que algún agricultor de la zona allí guardaba. En el 88 la compró el gobierno de Navarra y la restauró cediendo la gestión del recinto a la orden de Malta que la usa como sede de reuniones y conferencias y entre los meses de mayo y octubre le da uso de albergue de peregrinos. Di la vuelta al edificio y todo lo vi bien, en nada se parece a lo que era no hace tanto, pero me llamó la atención que los dos nichos ojivales que a sus pies tiene el almenado torreón defensivo los emplean como trasteros y están llenos de cachivaches, viejos carteles, material sobrante de obras, bidones con químicos, señales de tráfico y un sinfín de cosas por el estilo. No digo más. Espero que quien tenga que tomar nota la tome, y quien tiene la responsabilidad de custodiar bien un patrimonio de todos lo haga.

He empezado mi paseo dejando a mi derecha el Martintxo auténtico templo del chuletón y el besugo a la parrilla, (se me hace la boca agua mientras escribo esto), y, tras dejar a mi izquierda el famoso asador El Tremendo, que tantas y tantas cenas nos dio en los años 70 y 80, he subido la cuesta que nace en la rotonda y he llegado a la otra joya románica del pueblo: la iglesia parroquial de San Emeterio y San Celedonio. En la antigüedad esto de estar en el Camino de Santiago era un lujo, en un pueblo diminuto en menos de 200 metros encontramos dos envidiables templos románicos ¿quién da más? En los terrenos que hoy son jardín frente a la iglesia, en tiempos de mi mocedad, tenía una cuadra con caballos de alquiler el padre del rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y yo la frecuentaba mucho, incluso llegue a aprender a montar decentemente a caballo a lomos de sus jamelgos, sobre todo de dos de ellos de los que aun recuerdo sus nombres: Comanche y Paquirri, no eran pura sangre, no tenían doma de alta escuela pero se dejaban montar y a mí me servían. Salvador se llamaba el mozo de cuadras encargado del cotarro y era él quien nos organizaba paseos por los aledaños del pueblo. Solo tengo buenos recuerdos de aquellas excursiones ecuestres.

He seguido por la carretera que lleva al mayor de los cizures, dejando a mi derecha la urbanización a la que los vecinos irán en su último viaje y de la que ya no saldrán y tras pasar un famoso colegio solo para niñas he entrado en terrenos de Zizur con Z, el Mayor.

Los recuerdos que yo tengo de ese lugar pueden llenar un año de ERP, no en vano viví en él 24 años y aun antes de vivir allí fue zona que visité con frecuencia.

En el año 66 se empezó a construir en terrenos de Zizur Mayor la llamada Urbanización Zizur, primero se construyeron los bloques de casas correspondientes a los números 1,3 y 5 que son los que están paralelos a la carretera de Estrella y entre ésta y aquellos se levantó una colonia de pequeños chalets. Estaba todo ello tan lejos de la ciudad que si comprabas uno de aquellos chalecitos te regalaban un Mini. Antes de continuar construyendo el resto de la Urbanización los terrenos se levantaron a golpe de excavadora para empezar a parcelar y a cimentar las futuras edificaciones pero como las obras no empezaban a un señor muy listo se le ocurrió crear, aprovechando las cuestas arriba y las cuestas abajo que allí había, un circuito de motocross que dio muchísimo juego en unos tiempos en los que había gran afición a ese deporte del brinco a lomos de una Bultaco Pursang, una Montesa Capra o una Ossa Enduro. Y allí que estábamos cada dos por tres haciendo el cabra.

Luego se levantó una torre de 13 pisos en el número 7 en uno de cuyos áticos viví 18 años y desde cuya atalaya vi nacer casi todos los chalets, adosados, individuales y pareados, que esta semana atravesé en mi paseo. Tras pasar por ellas he llegado a la vieja urbanización, he recorrido sus plazas y he comprobado que siguen bien cuidadas y que la vida entre ellas sigue siendo tranquila y placentera. En los años 80 unos amigos abrieron en uno de sus locales un bar del que fuimos fieles parroquianos: el Gato Fritz en el que pasamos muchas horas jugando en su billar circular. Las vueltas a altas horas de la noche a Pamplona no estaban exentas de riesgo, incluso alguno dejó el coche para la chatarra.

Una vez pateada la vieja Urbanización Santa Cruz he vuelto hacia los chalets para tomar una pasarela que salva los cuatro carriles de la actual carretera de Estella y que me ha llevado al casco viejo del pueblo. El viejo pueblo forma parte de la historia de Navarra desde siglos muy lejanos en los que aparece como Çizur, pueblo de pequeñas dimensiones que en 1970 tenía 1.000 habitantes y hoy tiene más de 15.000.

Una iglesia gótica del XIV, bajo la advocación de San Andrés, un palacio de cabo de armería con sus paramentos de sillarejo, la casa parroquial frente a la iglesia y alguna casa más de sabor labriego forman todo lo que de interesante podemos encontrar en su calles, el resto ha sucumbido a la piqueta y las casas nuevas han tomado el área urbana. Acabado el pueblo se levanta la Urbanización Ardoy , la zona nueva. Yo vuelvo a cruzar al otro lado pasando por ese gran cepo para osos que salva la autovía y entro en Erreniega con sus edificios dotacionales e institucionales, ambulatorio, ayuntamiento, iglesia y la Casa de cultura donde ensayábamos nuestro repertorio de cuerda y pua la rondalla de Zizur a la que pertenecí. He llegado al final de todas las casas y por el camino de Santiago en sentido inverso a las flechas amarillas he vuelto a mi punto de llegada para tomar mi coche y volver a casa con el cajón de los recuerdos removido.

La semana que viene más .

Besos pa'tos.