Antonio Sucino es partidario de “gasolina, lanzallamas y quemarlo todo”. Contundencia para acabar con la plaga de ratas detectada junto a su casa en Goroabe, una de las cuatro calles que confluye en la rotonda de los edificios inteligentes. Reciente foco de roedores y curiosos: basta una ojeada para ver a las ratas tomar el sol despreocupadas.

Curiosos mirando a la rotonda, donde es fácil ver a las ratas. Foto: Iñaki Porto

“Aquí se echa veneno todos los años. ¿Pero esto? No lo habíamos visto jamás. A ver si le meten mano, porque el problema es que luego pueden ir por las fachadas, los cableados, y meterse en las casas. Ahora quieren poner lechuzas blancas... yo es que ya no sé”, se desespera Antonio.

Antonio Sucino mira a la rotonda, foco de ratas. Foto: Iñaki Porto

Me asomo a la ventana y veo cinco, seis o siete ratas corriendo. ¿Quién me va a decir a mí que no suben a casa? Tengo las ventanas cerradas porque me da mucho miedo que entren. Y a la noche bajo la persiana”, dice su mujer, María Jesús Arambillet.

"Les falta el gato, su enemigo natural"

“¿Hay muchas o qué?”, pregunta el ecuatoriano Ramiro Luzuriaga, desde diciembre, junto con su mujer, al frente del bar Rías Baixas que hace esquina en Blas de Laserna. “Mejor no me asomo porque es el único animal al que le tengo repugnancia. Le veo la cola y se me eriza el cuerpo. No puedo”. Ramiro piensa que la rotonda, “como casi nadie entra, para ellas es como estar en el paraíso. Les falta el gato, su enemigo natural. Sin depredador se multiplican más que el conejo”, opina.

Como esto no se ha visto. Esto es una plaga”, asegura Eduardo Etxarri, vecino de la calle Guelbenzu. “Las veo desde que salió el vídeo en Internet. Antes no mirabas, pero ahora pasas y te fijas. Está lleno”, dice.

Eduardo Etxarri, vecino de la calle Guelbenzu. Foto: Iñaki Porto

“A la vuelta de la calle hay otro parque parecido, y el problema es que se extiendan por todo”, considera Eduardo. “Por favor, que hagan algo”, dice Ana Mari Larrey, que reside en la calle Goroabe y este miércoles las ha visto por primera vez: “paso todos los días, pero antes no hacía caso”.

La estrategia: Quitarles las avellanas

Miguel García es encargado del Parque de Desinfección y Desratización del Ayuntamiento de Pamplona. Detectaron el foco el dos de febrero y pusieron raticida, pero las ratas no mordían el anzuelo. “Hay tres avellanos, la zona está llena de avellanas. Las ratas son neofóbicas, tienen miedo a todo lo nuevo. Si tienen el hábito de un alimento y lo tienen en abundancia, no van a comer nuestro raticida”. Por eso, con ayuda del Servicio de Jardines, “nuestra estrategia de lucha ha sido retirar las avellanas. Y ahora estamos intentando poner distinto tipo de raticida, a ver cuál es el más apetente. Estamos empezando a ver que nos empiezan a comer”, asegura.

Miguel García, con un portacebos y el veneno colocado en la rotonda. Foto: Iñaki Porto

Un lugar "ideal"

La rotonda es “ideal” para las ratas, con “hierba fresca, acceso a agua, todo el cobijo que quieran con estos arbustos rastreros que cubren el suelo, está lleno de galerías, hay comida... ¿qué más quieren? Yo si fuera rata no exploraría otros sitios”. Miguel reconoce que “la desratización no es una cosa que de un día para otro se termina, es una lucha continua”. Ratas hay por toda Pamplona, lo que pasa es que en la rotonda llaman la atención. Lo bueno es que “no pasa gente y está acotado”.

Por último, confía en que solucionarán el problema y pide colaboración ciudadana. “Cuando un vecino llama no es una queja, es un aviso con el que nos poenemos a trabajar. Nuestra mejor herramienta siempre son los avisos de los ciudadanos, son con quienes trabajamos y los que nos dicen en qué punto exacto están las ratas”.