Visto con perspectiva, resulta paradójico que el edificio que albergó al sindicato franquista haya acabado convertido en un símbolo que representa a la perfección lo que fue el régimen: sólido hacia fuera, podrido por dentro.

Levantado entre 1951 y 1953 en pleno centro de Pamplona, junto a la que había sido la estación del Irati, acogió las dependencias del sindicato vertical, la organización del Movimiento que compartían patronos y trabajadores de cada gremio para garantizar el orden social a la dictadura militar.

Su construcción se ajusta al diseño clásico del régimen, austero y monumental. Obra del arquitecto Domingo Ariz Armendáriz -también responsable del mercado municipal del II Ensanche- el edificio mantuvo al sindicato vertical hasta la llegada de la democracia. Desde entonces ha tenido varios inquilinos. Durante un tiempo acogió las oficinas del Instituto Nacional de Empleo y más tarde a la Dirección General de Trabajo hasta 2003, cuando se cedió su uso a las organizaciones de CCOO y UGT.

El inmueble aún conserva algunos elementos de la época, como el mural que preside sala principal de prensa que utilizan los sindicatos en sus comparecencias públicas, del que se suprimieron un par de símbolos fascistas.

También se mantiene en los sótanos un teatro de aspecto fantasmagórico que sobrevive a duras penas como recordatorio de sus años de esplendor. Cuenta con un acceso directo desde la avenida de Zaragoza y se conservan los palcos donde no es difícil imaginar a los adeptos al franquismo con sus camisas azules aplaudiendo a rabiar.

Aspecto que presenta el teatro ubicado en el sótano del edificio.

Por dentro, el inmueble apenas ha cambiado desde entonces. Las instalaciones de luz, calefacción y telecomunicaciones son las que se colocaron hace 65 años, aunque haya sido necesario ampliar el suministro y adaptar nuevos equipos para poder dar servicio a los sistemas informáticos que se han incorporado al quehacer diario de las organizaciones sindicales.

Las dependencias mantienen los materiales desde hace años.

Aunque presenta un buen aspecto, por fuera también resulta evidente el paso inexorable de los años. En la fachada son visibles los efectos de las humedades y en las cornisas aparecen algunos elementos que no ofrecen demasiada seguridad.

CCOO y UGT ocupan el edificio a partes iguales. Cada organización dispone de 1.400 metros cuadrados. Las tres primeras plantas corresponden a UGT, mientras que CCOO dispone de las tres superiores. En el primer caso, las dependencias se mantienen tal y como las encontraron hace 18 años, no así las oficinas de CCOO, donde hubo recientemente un proyecto de reforma.

Para los empleados de ambas organizaciones que trabajan ahí y para los cientos de delegados sindicales que acuden a diario a sus oficinas, el edificio no reúne las condiciones adecuadas para desarrollar sus tareas.

Hasta su céntrica ubicación constituye una desventaja, porque obliga a tener que hacer uso de los parking subterráneos ante la imposibilidad de estacionar en las calles de los alrededores por la falta de plazas de aparcamiento.

“Aquí es muy difícil trabajar, las condiciones no son las adecuadas. El edificio presenta numerosas deficiencias y hace tiempo que no hay mejoras ya que el Estado solo invierte lo que es estrictamente necesario para su conservación. No está preparado para las nuevas tecnologías, por no hablar de su deficiente aislamiento: en verano nos asamos de calor y en invierno nos helamos”.

Así se expresó Joseba Eceolaza, responsable de comunicación de CCOO, que junto a Augusto Paredes, secretario de organización de UGT, mostraron las condiciones del inmueble, cuya titularidad corresponde al Ministerio de Empleo, que se encarga de la inversión necesaria para su conservación, pero no así de los gastos de mantenimiento, que son asumidos a partes iguales entre ambos sindicatos.

Los problemas saltan a la vista cada vez que se producen lluvias de importancia, lo que es relativamente habitual, porque las goteras y filtraciones hacen su aparición por distintos lugares.

“Hemos sufrido muchas inundaciones y daños materiales muy importantes. Hace poco tuvimos tanta agua dentro que fue necesario llamar a los bomberos”, comentó Eceolaza mientras mostraba algunas imágenes guardas en su dispositivo móvil con las oficinas inundadas.

Oficinas de CCOO, inundadas por las lluvias.

El futuro del edificio ha vuelto a la actualidad municipal tras conocerse la existencia de un proyecto inmobiliario. La propuesta que está sobre la mesa pasa por construir ahí viviendas o un hotel y trasladar las sedes de los sindicatos a una nueva ubicación.

Sería en el nuevo polígono comercial que ha habilitado deprisa y corriendo el Ayuntamiento de Pamplona en la avenida de Zaragoza, donde está previsto que se construya un edificio para acoger las dependencias de ambas organizaciones.

Para hacerlo posible, será necesario que el Ministerio de Empleo, como propietario del edificio, llegue a un acuerdo con los promotores del proyecto para la permuta, lo que incluye la tasación del inmueble y de las oficinas de las nuevas sedes sindicales, que seguirían en manos del patrimonio del Estado tras la operación.

Los representantes de CCOO y UGT prefieren ser prudentes, ya que no es la primera vez que se plantea una opción similar. Saben que la decisión final se tomará en otras instancias y que el cambio de ubicación no depende de ellos, aunque reconocen abiertamente que se trata de una necesidad y que estarían encantados con el traslado.

“En otras ocasiones también parecía que el acuerdo estaba hecho y al final por unas cosas u otras se acabó frustrando. Ya veremos, pero en cualquier caso todos tenemos muchas ganas de mudarnos a unas dependencias en condiciones”, comentó Paredes.

A diferencias de otras ocasiones, el Ministerio ya tiene el visto bueno de los dos sindicatos para el traslado a la nueva sede, lo que puede facilitar la operación. Si esto sucede, dejarán atrás una parte de la historia de esta ciudad.