La postura se vuelve perfecta cuando el esfuerzo para lograrla desaparece. Con esta frase, grabada en una de las paredes de Yoga One Arrosadia, Luis De Jaime, dueño del establecimiento, da la bienvenida a las personas que se acercan al nuevo centro de yoga en busca de relajación y meditación.

El local, situado en la calle Manuel de Falla, 29, abrió las puertas el 1 de septiembre, aunque el proyecto se fraguó en el inicio de la pandemia. "Llevamos un ritmo muy frenético. Con la pandemia, se ha acrecentado, todavía más, el estrés y la ansiedad porque hemos vivido una situación totalmente inesperada, caótica y de mucha incertidumbre. Vi necesario poner en marcha un proyecto que nos permitiera pausarnos, relajarnos y llegar a un equilibrio emocional", relata.

Luis De Jaime, dueño de Yoga One Arrosadia, posa en el interior del centro de yoga.

En el centro, los siete profesores imparten clase de distintos estilos de yoga: Dharma -cuatro secuencias de movimientos que se enlazan los unos con los otros y ayudan a controlar los pensamientos e incrementa la concentración-, Ashtanga - la sincronización de la respiración con una serie progresiva de posturas que mejora la circulación-, Hatha -una breve meditación, seguida de la práctica de asanas, diferentes posturas corporales y savasana, una relajación guiada que puede ser silenciosa o musical- Ying Yoga -un estilo? derivado ?del Hatha Yoga, compuesto por posturas que se ?sostienen? ?r?elajada?m??ente? de 3 a ?8? min?utos y calman la mente- Power Yoga -una disciplina donde se practican asanas dinámicamente- o yoga restaurativo -sesiones suaves y lentas donde se mantienen las posturas para personas que han sufrido alguna lesión. Además, en un futuro, avanza, impartirán yoga para embarazadas -con unos ejercicios "muy determinados" para no dañar al bebé- y yoga para niños. Todos los estilos, explica, contienen ejercicios físicos, de respiración y de meditación.

Una alumna observa a la profesora Josune García.

Las clases -más de 20 semanales, de entre 60? y 75? minutos cada sesión- se imparten a las mañanas, a mediodía, a media tarde, a última hora de la tarde y los fines de semana. "Queremos llegar a todas las situaciones personales de conciliación laboral", asegura. En la misma línea, el usuario no se debe apuntar a una clase sino que puede acudir a cualquiera. "No te inscribes el lunes a las seis de la tarde.En base a tus necesidades, a tu situación personal, puedes ir cambiando de clase", comenta.

Todas las clases se imparten en una gran sala principal -actualmente, para mantener la distancia de seguridad de un metro y medio entre esterillas, el aforo es de 20 personas- y hay tres niveles: principiantes, intermedio y avanzado.

En estas dos primeras semanas, "un abanico bastante amplio" de personas se han acercado al centro de yoga: mujeres, sobre todo de entre 35 y 50 años, gente mayor y "cada vez más jóvenes. Estamos cerca de la universidad y ayuda", reconoce.

cierto estigma Sin embargo, comenta, casi no se han pasado hombres: "Hay que inivitarles a practicar yoga porque parece que tenemos cierto estigma hacia él y es una actividad muy positiva para cualquier persona". Según él, porque parte creen, por desconocimiento, que el yoga "solo" consiste en respirar y que "no es una actividad física y no van a sudar". "Al final, si respiras, puedes hacer yoga. Es decir, no está pensado ni para personas mayores, ni más jóvenes, ni hombres ni mujeres. Es una actividad muy aconsejable para cualquier persona", incide.

A pesar de ello, reconoce que "la experiencia está siendo muy positiva porque los usuarios están saliendo muy contentos".