La llamada le pilló tomándose un café: “Aby, queremos proponerte desfilar como macera el Día de Navarra. Siempre se ha vestido un hombre, y queremos romper todos los moldes. Vas a ser la primera mujer, y primera mujer migrante. ‘Y encima negra, dije yo’”. Farmata Watt Aby no tuvo dudas ante la propuesta del departamento de Políticas Migratorias del Gobierno Foral, enmarcada en su campaña Navarra de Colores: “Por mí bien, me apunto a un bombardeo. Y ahí empezó la aventura”, explica.

Watt es una mujer senegalesa de 36 años que llegó a Pamplona, donde reside su hermano hace tres décadas, en 2004. Le costó adaptarse. “Llegas a un sitio diferente, con un sistema de vida diferente, una barrera idiomática... En tu país eres la que eres, con nombre y apellido. Aquí eres la de fuera”.

Tuvo que lidiar con el rechazo: “creo que todo inmigrante llega a vivirlo por los estereotipos, porque hay gente que juzga sin saber. Eso de que la gente de fuera solo viene a robar, a pedir ayuda... el discurso de siempre”, lamenta. Ella quería trabajar, y tras pelearse con la Ley de Extranjería y encadenar empleos temporales en factorías, desde 2017 es mediadora intercultural de Médicos del Mundo en un proyecto de prevención de la mutilación genital femenina. “Estoy muy contenta, porque me permite tener la estabilidad que buscaba”.

Por lo demás, siempre ha estado “encantada de participar en todo lo que tenga que ver con visibilizar. Que no se diga eso de ‘esta gente no se integra’. Nosotros no paramos. Si nos invitan para hablar de nuestra experiencia, de nuestra cultura, tradiciones... siempre estamos dispuestos a participar”, asegura.

Por eso, cuando le plantearon encabezar el cortejo el pasado tres de diciembre, fue “un orgullo poder hacerlo. Sin conocer mucho, porque ni sabía cómo era el traje de macera. Un día busqué en Google con una compañera de trabajo cómo era el traje de macera, pero tampoco nos salía nada claro”.

Sin mucha información previa, Aby llegó al Palacio de Navarra con la tarea aprendida. “Fui diez días antes y el jefe de protocolo, José Ángel, me enseñó cómo era el traje y me ayudó; cómo tenía que vestirme, cómo había que ponerse el gorro, cómo andar... Me probé el traje, cogí la maza y me enseñó también cómo tenía que llevarla en el hombro. Todo el proceso”, reconoce. Pero llegó el día tres y con él los nervios. “Una cosa es probarte el traje antes, sin gente, y otra cuando llega el mismo día, con tanta gente, tanta gente importante también. La verdad es que imponía”, recuerda.

Ella desfilaba junto con otro macero y una mujer “a la que llamaban la reina de la bandera. Ella iba delante, el chico a su derecha y yo a su izquierda. Ensayamos un poco. Luego llegaron los invitados, y la reina, el macero y la macera abríamos el cortejo”. Aunque fue “un paseíto corto”, se le pasaron “muchísimas cosas por la cabeza, como que la gente diría ‘¿esta negra, qué pinta aquí?’. Entonces me decía... ‘bueno, va por esa gente que pensará eso en algún momento. Porque esta negra está muy orgullosa y se va a sentar con la cabeza alta y a disfrutar”.

Por último, Aby solo tiene palabras de agradecimiento para “el departamento de Políticas Migratorias. Nos ayuda mucho a visibilizarnos y que se tomen en cuenta nuestras reivindicaciones. Que hayan tenido esta idea, también la de mezclar el Himno de Navarra con africanos, rumanos, brasileños... es muy bonito. Siempre hemos participado en el Día de Navarra mostrando nuestras vestimentas y danzas. Y está muy bien que la cosa no se quede ahí, que siga”.

El Camino al Palacio de Navarra: