El colectivo Txirringudariak ha encontrado una forma propia con la que aportar su parte al activismo ciclista. Su estilo es original, vistoso, y también artesano. Aprovechando la formación en soldadura de algunos de sus miembros, han creado unas bicicletas propias: las tall bikes. Unos vehículos surgidos por medio de la unión de los cuadros de dos o tres bicicletas diferentes, que elevan al ciclista a las alturas y es, para varios de ellos, su vehículo diario para moverse por la capital navarra.

En un local de la Rochapea, anteriormente fue estudio de escultura o taller de graffiteros, Txirringudariak ha creado su “bici-cueva”, donde crean sus propias bicicletas. “Yo he hecho ya unas 12 bicicletas”, expresa David Vallejo, mientras planea la creación de otra más con los cuadros que tienen almacenados en la entrada. “Yo hasta ahora he hecho 6, y dos sus dueños se las han llevado a Barcelona y a Burdeos”, sostiene Juan Sebastián Aragón, sobre su bicicleta de tres cuadros, la mas alta de las cinco bicis.

Ninguno de sus propietarios (de i. a d. en la foto David Reloba, David Vallejo, Juan Sebastián Aragón, Álex Agreda y Xabier Apestegi), tiene claro de dónde viene la idea a de crear las bicicletas que emulan al personaje literario Viktor Frankenstein. “Esto empezó en Alemania, en la ciudad de Frankfurt”, sostiene Vallejo, muy apasionado por las bicicletas, mientras recuerda algunas de las primeras bicicletas de la historia, como la producida en 1873 por James Starley, conocida popularmente como Penny Farthing por la diferencia de tamaño entre la rueda delantera y trasera.

En pocos metros de circulación, las tall bikes llama?n la atención de peatones y vehículos. “Todo el mundo nos pregunta cómo nos subimos y cómo nos bajamos”, afirman los ciclistas entre risas, acostumbrados ya a ser observados por conductores o peatones. “Alguna vez nos ha pasado que nos ha seguido un coche de Policía Municipal solo para ver cómo nos paramos, luego nos preguntan cómo las hemos hecho ”,se ríen. La mayoría, comentan, aprovechan los semáforos para agarrarse con la mano “pero poner el pie en un contenedor también es muy socorrido”, comentan.

Más seguro

Aunque a priori no lo parezca, todos coinciden en que circular en una tall bike es más seguro que en una bicicleta normal. “Los coches nos ven más que a las bicis bajas y nosotros también tenemos mejor visibilidad”, expresa Apestegi, y Vallejo completa que el truco es “anticiparte un poco a lo que pasa a tu alrededor y planificar bien las frenadas”.

La falta de una legislación que especifique las características tienen que tener las bicicletas mecánicas, permite la libre circulación de estos vehículos artesanales y deja la solvencia de la estructura metálica a la habilidad de cada profesional de la soldadura. “Yo me fío de las que he soldado. Aún no se ha partido ninguna”, refleja Vallejo.

La cuestión clave es elegir bien cuales son los cuadros que se van a unir. “El de arriba tienen que ser de una talla menor que el de abajo y además el ángulo de los tubos tienen que ser el mismo para poder soldarlo bien”, recalca Vallejo, que a la vez desarrolla un proyecto de fabricación de bicicletas de carga, destinadas a empresas de transporte sostenible de mercancías.

El método de las tall bikes da también una nueva vida a las bicicletas viejas. “Casi todas nos las han regalado, vienen con ellas al local o nos llaman para que vayamos a buscarlas”, expresa Aragón. “Funcionamos como un coworking casero, venimos a trabajar y aportar lo que cada uno sabe”, expresa Apestegi.

Activismo ciclista

La pasión por la bicicleta y sus reivindicaciones en la Masa Crítica de Iruña, que una vez al mes congrega a centenares de ciclistas en la ciudad para circular juntos por las principales vías de la ciudad, unieron al colectivo Txirringudariak. Con altavoces atados a sus bicicletas los txirringudariak hacen de la protesta un momento lúdico y atractivo. Es habitual verles por la calle, o en sus redes sociales, subidos a sus bicicletas adornadas con luces de neón y grandes altavoces que marcan el pedaleo.

En la Masa se unen ciclistas jóvenes, veteranos, e incluso pequeños bicicleteros con ruedines incluidos. “Lo bonito es que vienen familias enteras”, sostiene Aragón, sobre el evento festivo y también reivindicativo. “El objetivo de la masa es reivindicar una vez al mes que utilizamos la bicicleta a diario”, añade Vallejo.

El activismo ciclista y ecologista son dos fuertes pilares de Txirringudariak. Orgullosos defienden que nunca han comprado una bicicleta nueva, pero siempre han tenido una cerca. Defienden que las bicis deben ir por la carretera, pero entienden que, al menos por ahora, “eso es bajar a la jungla”. “Pamplona es una ciudad pensada para los coches pero está en un momento clave para convertirse en referente ciclista. Es una ciudad pequeña donde la diferencia de tiempo de ir en bici y en coche o en moto es de pocos minutos”, dicen Apestegi y Vallejo.

La batalla de las bicicletas por ganarles espacio a los coches en la ciudad será larga muy seguro, pero este colectivo está decidido a librarla cada día, y desde la altura de sus tall bikes.