Les ha tocado trabajar con frío, lluvia, niebla y mucha humedad, bondades que ofrece Pamplona con generosidad. Para compensar, este sábado la ciudad les ha regalado un sol radiante en la presentación en sociedad de su Senda de las pioneras. 140 metros a todo color como homenaje a 47 referentes femeninos de la historia. De distintas épocas, ámbitos profesionales y procedencia. Fue el día de las Variopintas, colectivo artístico integrado por 8 mujeres encargado desde noviembre de transformar el hormigón del Soto Lezkairu. De muro a mural.

La cita ha incluido la proyección en la Fábrica de Gomas de un documental en el que se recoge el proceso de creación de la obra. Y, entre el montón de gente que se ha acercado a la inauguración y abarrotó el paseo, ha contado con la presencia de familiares de Camino Oscoz -maestra republicana asesinada en 1936 y presente en el mural-, y de Teresa Catalán, pamplonesa galardonada en 2017 con el Premio Nacional de la Música y una de las 47 pioneras retratadas.

Desde que Teresa se enteró de que formaba parte de esta senda "se ha mostrado siempre muy agradecida y cercana a nosotras, y quiso conocernos", explica la diseñadora gráfica Itziar Goñi, variopinta que decidió pintar a Teresa "porque estudiando música en el conservatorio nunca tocamos ni cantamos nada compuesto por una mujer. Cuando la conocí, me pareció muy buena idea que los chavales y las chavalas de Pamplona tuvieran referentes de mujeres compositoras en la propia Pamplona".

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La Senda de las Pioneras

Aunque la ubicación de las 47 mujeres en el muro no responde a ningún esquema concreto porque "nos interesaba mezclar, que se viera el diálogo entre distintas mujeres de distintos lugares y distintas épocas", reconoce Concha Pasamar; sí hay un orden cromático: "El muro se divide en tres grandes tramos, el primero en tonos cálidos; rojos, naranjas y amarillos con contraste en azul, el segundo en verdes y contraste amarillo y el tercero en azules y contraste coral", describe Gabriela Barrio, Tea en la Azotea.

A su vez, para cohesionar la obra de ocho artistas distintas, cada una con su estilo, "hay una línea invisible que vincula, a través de imágenes, miradas o posiciones de las propias mujeres", dice Rebecca Gil. Sus mujeres, por ejemplo, no tienen ojos porque considera que la historia no les ha mirado y juega a eso con el paseante, con "los sentimientos que se generan cuando uno no es mirado. Es la manera de devolverles la mirada poniéndoles tú la tuya, devolvérsela desde la justicia de la reparación y la dignidad".

El trabajo en equipo

Por su parte, Mila García se muestra "agradecida por la gente que ha venido y te transmite que les gusta el mural". Y todas coinciden en señalar lo mucho que les han cuidado los paseantes que se acercaban. Algunos incluso les llevaban café o algo de comer.

"El trabajo artístico casi siempre es muy individual y en soledad. Y trabajar con otras artistas ha sido muy enriquecedor y motivador. Un reto muy gratificante", defiende Leire Olkotz. La reflexión de Berta Suescun va por el mismo camino: "Destacaría la unidad, el esfuerzo, el trabajo y la colaboración que hemos tenido cada una de nosotras para desarrollar este proyecto". E Idoia Iribertegui asegura que "si antes éramos amigas, compañeras y artistas de inspiración mutua, ahora lo somos mucho más. Ha sido muy bonito compartir todos estos meses con ellas, y además hacer algo para la ciudadanía que se va a quedar ahí".