altsasu - Después de más de 63 años en la esquina de la calles Zelai e Isidoro Melero de Altsasu, la carnicería Aldasoro ha echado la persiana por jubilación, y como destacan Juanjo Aldasoro y Jose Galán, han cerrado una etapa de su vida de -nada menos- 51 y 40 años respectivamente. “Y con mucha pena”, observa este matrimonio. Y es que no ha sido fácil decir adiós a un modo de vida que transcendía de lo laboral, sobre todo para Jose Galán, que apenas puede reprimir las lágrimas. “Me voy muy satisfecha de no haber tenido nunca ningún problema con nadie”, asegura.

Los últimos días fueron de locura y de muchos sentimientos, a tope de trabajo para cumplir con los encargos de sus clientes que querían llenar los congeladores de sus productos, y de despedidas. “Lo llevo mal. Me gusta la gente”, se sincera. Para Juanjo ha sido más fácil, con la vista en nuevos proyectos como el alojamiento rural que quieren montar en la carnicería y muchos planes, como aprender a tocar la trikitixa.

No obstante, le da mucha pena que el negocio que con tanto esfuerzo pusieron sus padres no tenga continuidad. “Ya que los hijos han cogido otra marcha, mi ilusión era que la carnicería se traspasara. Cerramos un negocio a pleno rendimiento”, lamenta. Al respecto, señala que anunciaron el traspaso en el gremio de carniceros de Navarra y que no hubo ninguna persona interesada. Sí estaban dispuestos unos carniceros de Gipuzkoa pero no ha salido adelante porque hay diferente legislación en Navarra y País Vasco. “¿Cómo es posible que pueda llevar mi carne a Tudela pero no a Zegama que está a 25 kilómetros?, se pregunta.

La carnicería Aldasoro abrió sus puertas en abril de 1956, cuando Eugenio Aldasoro y Catalina Sarasua, de Etxegarate y Azpeitia respectivamente, se instalaron con sus cuatro hijos junto a la antigua N-1. El lugar no podía ser mejor, en medio de una pequeña zona comercial con gran movimiento por la carretera, y también la calidad de su género, con carne de la zona y productos elaborados como chorizo, txistorra y morcillas. “Con el paso de los años, tanto mis hermanos como yo, al hacernos mozos, empezamos a ayudar a nuestros padres. A mi parecer fueron unas personas avanzadas para ese tiempo, ya que nos tenían con seguro de accidente y enfermedad aún cuando no era obligatorio ser autónomo”, recuerda. Juanjo empezó junto con su mellizo, Lontxo, con 16 años. “Tuvimos que pedir prórroga en la mili para no desatender el negocio”, recuerda. Con el tiempo, su hermano mayor se estableció en Olazti con la carnicería Pako que con los años conseguiría varios premios en los principales concursos de txistorra y chorizo. También Juanjo, campeón de Euskadi en 2009 entre otros premios; una rivalidad sana que han mantenido durante estos años. “Comencé a presentarme en 2009 animado por mi hermano”, recuerda, al tiempo que señala que otro de los grandes momentos que le ha dado su oficio fue el premio del Gobierno de Navarra por su dedicación al trabajo autónomo en 2017.

Llegado el momento de la jubilación de los padres, Juanjo junto con Jose, con la que se casó en 1979, decidieron continuar escribiendo esta historia. “Mi mujer era una chavala, una emigrante extremeña, que vivía cerca de la carnicería. A ella también le tocó aprender de cero a llevar el negocio y dedicarle prácticamente todo su tiempo”, apunta. “Aun así, llegaron nuestros hijos, Elena y Joseba, y con muchas dificultades pero con mucha ilusión, una vez más con ayuda de los nuestros, supimos seguir adelante”.

Con un negocio propio, no ha sido fácil la conciliación familiar. Lo cierto es que no han tenido nunca vacaciones ni tampoco se han cogido una baja. Es la dura realidad de los autónomos. “Quizás en mi caso falté a momentos que hoy ya no puedo recuperar por todo ese tiempo que dediqué al sustento económico de la familia”, observa. “Miro atrás y soy capaz de contar los días que no he dedicado mi tiempo a este negocio familiar, los 14 meses que duró la mili y los 19 días del viaje de novios”, añade.

Pero a cambio se han llevado muchas alegrías y han sacado adelante una familia. “Lo hemos llevado muy bien, muy a gusto”, aseguran. En relación al negocio, señalan que subsistir e incluso crecer en medio de una competencia atroz y épocas de crisis económicas, no ha sido fácil. “Hemos tenido que hacer frente a las grandes superficies, especializarnos más en productos elaborados, volviendo al origen del trabajo artesano y reinventándonos constantemente”, apuntan.