Anton Erkoreka ha publicado en la editorial Lamiñarra Una nueva historia de la gripe española. Paralelismos con la covid-19. Y es que este médico y director del Museo Vasco de Historia de la Medicina y de la Ciencia, de la Universidad del País Vasco, percibe claras similitudes entre ambas pandemias, sobre todo en el virus responsable, el H1N1 en 1918 y el SARS-CoV-2 en 2020, su proceso de expansión, los síntomas y las consecuencias que están teniendo a nivel mundial.

En su libro sostiene que en el origen del covid-19 está el cambio climático por la superpoblación, la contaminación y la urbanización masiva.

-El cambio climático puede influir en que un virus que hasta ahora únicamente afectaba a los murciélagos haya llegado hasta los humanos desde una ciudad como Wuhan, que en los últimos años ha crecido desmesuradamente, destruyendo todo su entorno natural y afectando a su flora y a su fauna. La pandemia de covid-19, en origen, no es más que una zoonosis, al igual que otras enfermedades emergentes como el ébola, el sida o el MERS. La superpoblación, la contaminación masiva y generalizada del planeta, los movimientos de población por migraciones, trabajo o turismo están provocando un verdadero cataclismo en nuestros ecosistemas y cambios en muchas especies animales y vegetales.

¿La salud humana está ligada a la salud animal y medioambiental?

-Sin duda. La pandemia de cólera que se inició tras la erupción del volcán Tambora, al este de Java, en 1815 provocó un año sin verano por los aerosoles azufrados que contaminaron la atmósfera y que provocaron un enfriamiento generalizado. Así, al año siguiente hubo malas cosechas, hambruna e importantes movimientos de la población. Pasó algo similar con la peste negra de 1348 que coincidió con el inicio de la denominada Pequeña Edad de Hielo. En Navarra mató a 125.000 personas, es decir, la mitad de la población que tenía el reino en aquel momento.

A finales del siglo XIX se inició una nueva época en la que las pandemias víricas toman más protagonismo. En 1889-90 la gripe rusa, aunque su origen estaba seguramente en China, es el eslabón entre las epidemias y pandemias bacterianas y víricas que llegan hasta nuestros días. Tras la gripe rusa llegó la española, la italiana, la asiática, la de Hong Kong y otras hasta principios del siglo XXI. Estos últimos 25 años se están entrecruzando diferentes pandemias y epidemias provocadas por cepas del virus influenza (1997, 2009 y 2013), del coronavirus (2002, 2012 y 2020), y otros de procedencia tropical como el sida (1980), ébola (1976), zika o el chikungunya.

¿Cómo vislumbra la evolución de esta nueva pandemia?

-En enero de 2021 sólo el 10% de la población ha pasado la enfermedad, en Navarra algo más porque llega al 14,3% que, se supone, están inmunizados. Según esta encuesta en toda España sólo se han contagiado unos 5 millones de personas. Eso quiere decir que estamos en el principio de la pandemia, que todavía le queda mucho recorrido y que falta mucho para que termine. Cuando más del 60-70% de la población este inmunizada el virus tendrá dificultades para contagiar a más gente y, a medida que aumente esa cifra, la pandemia irá desapareciendo.

¿Las vacunas son la solución?

-Son una de las armas que tenemos para luchar contra la pandemia. Aunque la principal es el conocimiento médico y científico que hemos ido adquiriendo del virus y de los daños que produce en el organismo. Este conocimiento nos ha permitido, por ejemplo, mejorar claramente nuestros tratamientos. En la primera ola pandémica, de todos los pacientes que entraban en la UCI, morían el 42%. En la segunda ola, en noviembre, esta mortalidad bajó hasta el 25%.

Además de eso, todas las medidas que sigamos tomando para evitar el contagio son muy importantes. Y, por supuesto, la vacuna. Las vacunas han sido un instrumento importantísimo para erradicar enfermedades como la viruela y, en otras, estar muy cerca del final, como la polio. La campaña de vacunación contra la covid-19 tiene que ser rápida y generalizada para conseguir, entre los que han pasado la enfermedad y los vacunados unas cifras lo más altas posibles de inmunizados.

A la hora de hacer frente a la covid-19, la principal estrategia fue el confinamiento. ¿Los políticos han hecho bien sus deberes?

-Las estrategias hay que acomodarlas a la evolución de éstas. La estrategia del confinamiento para aplanar la curva ha sido un éxito desde el punto de vista médico pero ha sido a costa del hundimiento de la economía y de muchos sacrificios. Es el momento de valorar el resultado de estrategias diferentes como la de Suecia o de la evolución de ciudades, como Manaos, de países como los de Extremo Oriente, del Pacífico o de continentes como África, que han tenido una progresión diferente. Hay que aprender de las experiencias de los demás.

Y a corto plazo, ¿cómo cree que se debería gestionar la actual crisis sanitaria?

-Las autoridades del Gobierno Central y de las autonomías se han ido poniendo las botas y gestionando mejor esta crisis. Los primeros días de marzo de 2020 fueron desastrosos, no se atrevieron a tomar medidas radicales cuando ya estaba iniciada la pandemia y se organizaron manifestaciones, se permitieron partidos en Italia y desplazamientos masivos de hinchas, en Francia se mantuvieron las elecciones municipales… Fue un desastre, tenían miedo de tomar decisiones y supongo que no verían el peligro.

Luego han ido aprendiendo y un ministro de Sanidad filósofo nos ha venido mucho mejor para gestionar el tema que lo que hubiera hecho un economista, sólo preocupado por el dinero, un abogado o un médico que pueden tener una visión más estrecha del problema. Porque, con la pandemia de coronavirus, estamos ante un problema con muchas aristas y hay que abordarlo desde una óptica multidisciplinar. Un perfil de humanidades, como filósofo o historiador, pueden venir bien para este tipo de gestiones de situaciones muy difíciles como las que hemos vivido en 2020 y las que todavía nos queda por pasar este año 2021 que va a ser muy duro.

En su libro dibuja un panorama preocupante para el futuro con nuevos microorganismos que provocarán pandemias y crisis como la actual.

-Hay que estar preparados, “tener ceñidos vuestros lomos y encendidas las lámparas” (Lucas 12, 35), para hacer frente con prontitud a las nuevas pandemias que surjan. Hay que conocer bien las pandemias pasadas para que nos sirvan como referente y de orientación. Hay que ser abiertos y flexibles ante los escenarios de futuro y estudiar, sin miedo, diferentes alternativas y aplicar diferentes recetas, dialogando entre diferentes intereses, ideologías y segmentos de la población. Si lo hacemos, seguramente, nos traerá muchos beneficios para hacer frente a los difíciles años que nos esperan.

“Es el momento de valorar el resultado de otras estrategias como la de Suecia”

“La campaña de vacunación contra la covid-19 tiene ser rápida y generalizada”