Reto conseguido. Y es que Kepa Gordo consiguió el sábado subir a San Miguel de Aralar ochos veces en doce horas. Es más, le sobraron cuatro minutos en el tiempo que se marcó con un objetivo, recaudar fondos para la Fundación Noelia. Se trata de una entidad que representa y acoge a personas afectadas por distrofia muscular congénita por déficit de colágeno VI y sus familias; una enfermedad minoritaria y degenerativa. Con la venta de dorsales y boletos principalmente, se consiguieron 7.850 euros.

"Ha salido todo perfecto", contaba con una gran sonrisa este korrikalari de Arbizu de 54 años una vez finalizado el reto. Al respecto, destacaba el apoyo recibido por Alatz Agirre, de Arbizu, y Ander Unzurrunzaga, de Etxarri Aranatz, que estuvieron con él en todo momento. "Hemos sufrido mucho y a veces parecía que no lo íbamos a conseguir, pero merecería la pena. Lo hemos dado todo pero volvería a hacerlo sin pensármelo dos veces", aseguraba.

Y es desde que supo hace unos meses de esta enfermedad degenerativa que padece un niño de Irañeta, Jon Zazpe Irigaray, decidió que tenía que organizar algo para ayudar en la investigación de este tipo de distrofia muscular, sin cura a día de hoy. También le dio fuerzas para seguir adelante en los momentos de flaqueza durante las subidas, cuando el cansancio se hacía sentir en todo el cuerpo. Y es que podía su empeño en ayudar a esta fundación creada en Catalunya en 2015 para dar soporte a la investigación científica para poder prolongar la vida de estos niños y niñas y hallar un tratamiento para la cura de la enfermedad. Otro objetivo es visibilizar esta enfermedad. Así, los padres de este niño de 11 años, Lorea Irigaray y Richar Zazpe, mostraban su "agradecimiento a todas las personas que han aportado de una u otra manera a esta nuestra causa". Además, el próximo Zumbatón solidario de Arbizu, previsto para el 28 de mayo, se destinará también a esta fundación.

Los tres korrikalaris salieron con frontales a las seis de la mañana, y les amaneció en la primera bajada. "La hicimos en una hora y 20 minutos, la segunda nos costó cinco minutos más y el resto fueron de hora y media. Supimos gestionar el tiempo y dosificar las fuerzas", observó. Lo cierto que el reto era importante, 60 kilómetros en total y 6.000 metros de desnivel, una prueba exigente para la que hacía falta buena forma física y también mental para no tirar la toalla. En todas las subidas estuvieron de otros corredores que se unieron a su reto.

Finalizada la última bajada, y ya dirección a Uharte Arakil, se les unieron numerosos txikis, que les acompañaron hasta la plaza, dónde entre cohetes y aplausos les recibieron numerosas personas. "Fue impresionante. Se volcó todo el pueblo. Incluso una mujer me contó que rezaron en la misa para que consiguiera el reto. La gente nos felicitaba y se quería sacar fotos", recordaba. También hubo aurresku de honor y txapela de campeón, una sorpresa que le prepararon sus amigas Mayra, Naroa y Oihane.