angüesa despertó ayer con la sensación de libertad de poder salir a la calle sin las restricciones horarias por las nuevas medidas implantadas en la denominada desescalada de la COVID-19. Por una vez, la pérdida de población ha supuesto una ventaja, y con 4.962 habitantes, por tan solo 38, no le afectan las limitaciones horarias que rigen a las poblaciones de más de 5.000.

Era el día esperado en municipios y ciudades para volver a caminar, pasear y hacer deporte al aire libre y siendo sábado y festivo para muchos, se inició el tránsito responsable por los caminos. "Hemos observado que la gente ha aprovechado la mañana de forma muy respetuosa con las normas de seguridad", declaraban desde Policía Municipal, que siguió el comportamiento vecinal y asesoró en lo referente a las distancias que podían abarcar.

Bicicletas y huertas estaban en el punto de mira esperando el momento. A primeras horas de la mañana los aficionados pedaleaban por primer día y plantaban los hortelanos levantada la prohibición de trabajar en las huertas de autoconsumo. Las filas en las puertas de las tiendas completaban la imagen.

Las hermanas Eider Fayanás Monreal y Arrate Sola Itoiz, de 15 y 12 años, salieron con sus bicicletas y con el padre de ésta, Oskar Fayanás, concejal de Deportes del Ayuntamiento. Deportistas los tres han echado de menos la práctica, y eso que en casa, aseguraban, lo han intentado todo. Jugadoras ambas, de balonmano Arrate (seleccionada para la Selección Navarra de Balonmano) y delantera de fútbol Eider en los equipos locales, afirmaban, "el confinamiento ha supuesto para nosotras un parón muy grande y teníamos muchas ganas de que al menos llegara este día, porque ya sabemos que como equipo no haremos nada hasta la próxima temporada".

La bici elíptica les ha salvado a toda la familia (hay que sumar a Leire, la madre, y al pequeño Beñat de 9 años), que en una mañana hicieron un maratón de 42 km en 3,5 horas. Esto fue después de que se repusieran Oskar y Leire, ambos contagiados por coronavirus, tras superar fiebres de 39 grados durante una semana. "Yo sólo pensaba en subirme a la bicicleta, sabía que me recuperaría antes y hoy agradezco poder salir al aire libre cuando queramos, sin restricciones porque gozamos de un término municipal privilegiado para correr y andar en pistas".

Prácticamente a la misma hora, sobre las diez de la mañana, los jóvenes César García Crespo, Oier Belascoain Pardo, de 25 y 23 años y Eloy Echarte Juan, presidente, vicepresidente y cadete de la escuela de ciclismo del CC 4 Caminos de Sangüesa/Zangoza rompían el confinamiento "llevado a rajatabla" y descolgaban sus bicicletas.

Han quemado los rodillos en sus bajeras, mientras compartían las sensaciones raras con sus compañeros por las redes. Los 54 socios del club y los 24 miembros de la escuela de ciclismo llevaban su ilusión en pedales y una única pena: "Vamos a tener que cancelar la prueba de BTT- Open de Caja Rural, del próximo 7 de junio por primera vez en los diez años que llevamos de recorrido", lamentaron.

En la misma mañana Pastoriza, Sotico Batán, Ribalagua y Baratiñones, términos de las famosas huertas sangüesinas, recibieron a sus hortelanos con nueva planta de temporada, después de la larga prohibición de trabajar la tierra. "Aquí hay de todo: patatas nacidas, sembradas y quien todavía no las ha sembrado", contaba Juan Antonio Vinacua Bandrés en su huerta de Pastoriza.

Se considera hortelano aficionado "de los más jóvenes, con 49 años", apuntaba, al tiempo que recalcaba que "ha habido mucha confusión en la norma de los huertos de autoconsumo". Este vocal de la junta de Pastoriza se lamentaba de que ahora que llega el permiso "la tierra está harta de agua y las hierbas muy crecidas con las lluvias de abril. No se puede plantar. Las huertas también cambiarán, vendrá todo retrasado", sentenciaba. Juan Antonio espera comer en un mes las cincuenta lechugas que ayer plantó en su vivero. "Así vienen las cosas y hay que aceptarlas. Lo importante es que lo vayamos contando", apostillaba.