os años de ausencia y aún se ha hecho esperar hasta mayo, si bien no tiene fecha fija. El Día de la Tostada/Tostadaren eguna se celebra en Lumbier entre Semana Santa y San Isidro, al caer. Por eso, este año además de ser la más esperada, ha sido el mejor preámbulo de las fiestas chiquitas del próximo fin de semana.

Consolidada tras ocho ediciones, la mañana del pan, con ajo, aceite y sal, elevó el domingo el nivel de participación y concitó en la pequeña plaza de Santa María todas las músicas y voces. Al txistu y las dianas por las calles, se sumó la txalaparta como novedad en esta edición y anunció el comienzo del acto. La hicieron sonar Kiko Leandro y Ana Jaurrieta unidos este año a la amplia colaboración volcada con la veintena de olivareros locales, que comparten generosos su aceite con aire de fiesta popular.

"Todo lo que sea colaborar con el pueblo nos gusta y hemos querido traer el instrumento a Lumbier en un día tan maravilloso como este", expresaba la pareja. Al frente de la organización, lo corroboraba Pedro Ustárroz, "Todo el mundo quiere participar. Nos echaban de menos y también nosotros deseábamos volver a celebrar este día tan entrañable", manifestaba.

Má de 40 miembros de Zaraitzun Kantuz, txistularis (Mugarik Gabeko Txuntxuneroak), gaiteros locales, txaranga, las jotas de Ana Ruiz y el cantautor Jesús Aiesa dieron la nota y amenizaron la mañana con sus diferentes registros musicales. Las letras llegaron también en esta ocasión de la pluma de José Ramón Larrea, con personificaciones de los elementos del Día de la Tostada (oliva, aceite, pan, ajo y sal)y loas a los olivareros. Por su parte, Blanca Eslava y Antonio Echeverria recitaron a Machado, Prados y García Lorca, con sus versos de olivares, antes de dar a paso al homenajeado de la edición: Felipe Olleta Ansó, elegido por los olivareros como referente y en reconocimiento a una vida de entrega al frontón y a la organización de los campeonatos de pelota, a su participación en la vida social y en la fiesta, por su ""testimonio, pulso de una comunidad, modo de sentir y compartir el mundo" significó Eslava.

Con 50 kilos de pan y 15 litros de aceite se elaboraron las tostadas bañadas con los vinos de las bodegas locales (Aristu y José Andrés Fonseca) y de Beramendi (San Martín de Unx), en una auténtica y sabrosa fiesta de primavera.