Por mi trabajo tengo que viajar muy habitualmente lejos de Tudela, que es donde vivo, y lo que siempre me resulta común es encontrar zonas verdes donde poder tumbarte en el cesped o sentarte en un banco a leer un libro o meditar, rodeadod e tranquilidad y de árboles. En nuestra ciudad apenas existen tres, el parque de Otoño, el de la Virgen de la Cabeza y el del Queiles, si bien éste último es el único con cierta entidad por su tamaño. La ciudad necesita más zonas verdes, que sirven como un imán para relajar y amabilizar las calles de su entorno y hacen olvidar que vivimos rodeados de cemento.

I.M.R.