FITERO - El curso taurino navarro volvió a abrirla la asolerada plaza de Fitero. Y como el año pasado, lo hizo con toreros a hombros. En esta ocasión el agasajo lo mereció el debutante Javier Marín, que cosechó tres trofeos, y Manuel Jesús Cid, que repitió el resultado de dos orejas obtenidos en su presentación en esta villa en 2018. Y del festejo mixto, si no llega a marrar con la hoja de peral el jinete Pérez Langa ante su primer oponente, hubiera sido paseada en volandas la terna al completo.

El éxito de la primera función de la campaña comenzó con una climatología primaveral, casi veraniega. Camisetas en vez de mantas. Y excelentes, tanto la comparecencia de aficionados, como de buen ambiente. En la valoración ganadera y artística del festejo habría que dar más peso a la calificación de triunfalista que triunfal, pero no están las cosas como para no ponderar por inicio de campaña y categoría de la plaza.

Lo más destacado lo aportó Javier Marín, joven coletudo de la vecina Cirbonia. Debutaba como matador en Fitero y lo hizo con buena nota: asentado y resolutivo. Ante su mejor oponente, un Tendido que hacía tercero de la tarde, se fue acoplando poco a poco; algo inexpresivo al principio, pero luego metiéndose y metiendo en cintura al buen mozo castaño. Tras una faena a más en acople y ritmo, asestó un buen espadazo (foto de esta crónica) en segunda instancia y se llevó un merecido trofeo. Con la anochecida encima, el cirbonero salió a por todas y cuajó un ramillete de verónicas ante el Blanquito, bonito burraco, que ejercía de cierraplaza. Emuló a Roca Rey en un ajustado y espectacular quite con el capote en la espalda e inició su manufactura de muleta dejándose arrancar al toro de lejos para, luego, cambiárselo por la espalda. El noble toro acusó pronto la fatiga y lo que prometía una faena de calado, quedó en un arrimón y entrega de Marín, que no perdió tiempo para recetar otra estocada certera que, finalmente, no necesitó del verduguillo y se premió con dos orejas, la segunda generosa e innecesaria: el cirbonero ya se había ganado con méritos la puerta grande. El personal se fue contento de ver al navarro que va cogiendo el oficio con asentamiento y que ha mejorado mucho en el manejo del estoque de muerte.

El Cid repetía en el coso de la calle Calatrava y volvió a sumar el mismo resultado: a cada oreja de su manejable, noble y flojo lote que le tocó en suerte. Las maneras y capacidad de el Cid gustan y se acoplan bien en esta plaza. Labores de enfermero ante toros derrumbados de inicio, pero a los que terminó domeñando sin problemas, aunque sufriera una voltereta con su primero. Faltó emoción y pasarse a los bichos más cerca.

Pérez Langa no estuvo bien con su colaborador primero. Mucho a la carrera, a la grupa y sin rematar las suertes. Ante el animal más encastado de la tarde, un Tejedor de El Madroñal, sí se justificó con calor, entrega y alardes. Oreja meritoria.

Ganaderías. Cuatro toros de Hermanos Cambronell y dos utreros de El Madroñal para rejones. De buena presencia, nobles, colaboradores pero, sin apenas ser picados, muy justos de fuerza. El cuarto de la tarde (2º de rejones) importante por fuerza y casta.

Mario Pérez Langa. Cuatro pinchazos y rejón contrario (saludos tras aviso). En el cuarto, pinchazo y rejón muy trasero (oreja y petición de la 2ª)

El Cid. Estocada trasera y caída (oreja tras aviso). En el 5º, estocada atravesada (oreja tras aviso).

Javier Marín. Pinchazo y estocada tendida (oreja tras aviso). En el 6º, estocada (dos orejas).

Presidencia. Generosa a cargo de Ana Isabel Elipe, asesorada por Sagardía y De Andrés.

Incidencias. Tarde primaveral. Casi lleno. Fitoro premió a Pablo Simón por el mejor par y a Juan Bernal por mejor puyazo.