- El arguedano José Ignacio Arriazu, de 71 años, fue ayer el primer usuario en abandonar el Balneario de Fitero con el alta después de haber estado ingresado desde el pasado 8 de abril. Su salida se vivió en el hotel acondicionado para 28 residentes como una auténtica fiesta ya que, como explicó su directora Olga Cuairán, "es cierto que era el primer alta, pero va a ser muy emocionante en todos los casos.

Viendo como está afectando la enfermedad en las personas mayores, que son población de riesgo, dar el alta es una fiesta". A su salida, los cuidadores y cuidadoras le cantaron Resistiré y le entregaron unas rosas y dulce de membrillo, de la madre de una de las cuidadoras "que llevaba pidiéndonos desde que ingresó". La escena fue seguida por varias personas de los balcones de sus habitaciones que "lo han vivido como una esperanza y un futuro, porque esto no es fácil para nadie, y menos para ellos".

José Ignacio ingresó el día 8 de abril enviado desde Arguedas por los servicios de ayuda a domicilio. "Hemos seguido los protocolos de salud. Lleva 3 días asintomático y 20 días ingresado, por lo que hemos decidido, en coordinación con el Área de Salud de Valtierra hacer el traslado otra vez a la atención domiciliaria", explicó Cuairán, lo que no significa que dé negativo en COVID-19. A partir de ahora serán esos servicios locales quienes realicen su seguimiento, "si en próximos análisis sigue dando positivo, tendrán que tomar medidas los profesionales que le atiendan, para dar el alta no hace falta saber si son negativos".

Según el protocolo, tras 16 días de evolución de la sintomatología, si los 3 últimos días están asintomáticos se le puede dar el alta epidemiológica.

El Hotel Virrey Palafox de los Baños de Fitero fue acondicionado durante cuatro días para que en ese curen 28 "usuarios", como le gusta decir a Cuairán, "ni residente ni paciente porque somos una unidad media, usuarios". Tienen entre 67 y 97 años de edad, en su mayoría son de la Ribera, pero también los hay de Estella y de Tafalla.

El hotel fue adaptado para que sirviera para este uso "medio hospital, medio residencia". Recibieron a 28 personas (27 hay ahora tras la salida de José Ignacio) de las residencias de la zona que "por diferentes cuestiones están teniendo problemas para la gestión de los casos". Así, los usuarios no son grandes dependientes ni con deterioro cognitivo sino que se valen por si mismas y el objetivo es "ayudar a desahogar a las residencias y atenderlos bien", con atención durante las 24 horas del día (con turnos de enfermeras cada 12 horas) y un servicio médico en exclusiva para este centro de 9 a 17 horas.

Algunos de ellos vivieron el traslado como una oportunidad, "estaban encantados porque es un balneario y es un sitio muy tranquilo con unas vistas muy bonitas", si bien otros que llegaron con recelos y miedos y comienzan a recuperar el ánimo. Desde la semana pasada se encargan también de llevarles la prensa que les piden y, por las tardes, realizar vídeo llamadas con sus familiares.

Los cuidadores y directora, para animarles, salen algunas tardes a la entrada del Hotel para que desde los balcones los usuarios les puedan ver sin máscaras "nos quitamos las mascarillas y les decimos que se asomen al balcón y nos vean la cara. Por mucho que les miren a los ojos, con las mascarillas no ven las expresiones de la cara y cosas así nos acercan".