l impacto de la pandemia ha destruido en Navarra 12.800 puestos de trabajo en apenas tres meses, la mayor caída nunca registrada. De ellos un gran porcentaje pertenece al sector de la hostelería, turismo y ocio, que se ha visto altamente perjudicado tras el confinamiento y las posteriores medidas restrictivas que se han tomado a raíz de algunos rebrotes originados entre los más jóvenes. Y es que a pesar de la nueva normalidad, las medidas implantadas han supuesto que la facturación de la hostelería caiga más de un 60% en Navarra en junio y julio, meses de alta carga de trabajo para este tipo de negocios.

"Estamos en una situación inusual, nueva, no sabemos cómo afrontarla, no sabemos qué hacer con el bar, si es mejor cerrar, abrir€ No trabajamos ni la mitad porque la gente tiene miedo y evitan las reuniones" explica María Floristán, dueña del bar-restaurante Paseo de los Poetas. Y expone que a pesar de que normalmente la semana de fiestas suelen cerrar, este año era especial puesto que las ferias habían sido recolocadas en un terreno próximo al establecimiento, "iban a poner la feria aquí y esperábamos sacar mucho beneficio. Es cierto que no hemos perdido dinero porque no hemos trabajado, hemos dejado de ganarlo y estamos a la expectativa de cómo va a estar la situación esta primera semana de agosto para tomar la decisión de cerrar o permanecer abierto", concluye.

Por su parte Alberto Jiménez, dueño del bar-restaurante Gayarre explica que en los años anteriores se daban más de 400 almuerzos el día 24 de julio y que este año apenas han servido 70, "la semana de fiestas es la semana fuerte del año, en el mes de julio llevamos unas pérdidas del 80%. Después del rebrote la gente ha cogido miedo. Parecía que la cosa no iba con los jóvenes y ahora nos hemos dado cuenta que si". Además expresa su preocupación para el futuro, "si de aquí a dos meses nos dicen que nos vuelven a confinar y obligan a cerrar el negocio no se si me lo podría permitir. Aunque espero que no pase."

Sentimiento que comparte Fabiola Ochoa, dueña del Bar La Estrella, "se nota mucho, sobre todo los sábados. Nosotros trabajábamos mucho el tema de barra con los pintxos, y ahora esto se ha perdido. La gente tiene miedo. Las restricciones son comprensibles, aunque el empresario en principio no tiene porque asumir la culpa", concluye.

Tras escuchar todas las peticiones de hosteleros y estudiar la situación de este sector en Tudela, el Ayuntamiento de Tudela decidió el pasado 27 de julio eximir a bares y restaurantes de la tasa de terrazas hasta fin de año. Alejandro Toquero, alcalde de Tudela, explicó que "desde el primer momento, el Ayuntamiento de Tudela ha estado del lado de la hostelería, dando toda la autorización posible para la ampliación de veladores y aplicando la exención de tasas, primero hasta julio y luego hasta agosto. Tras este nuevo palo al sector, que tenemos que acatar porque viene de Salud, lo único que está en nuestra competencia es aliviar económicamente desde el Ayuntamiento la carga que soporta la hostelería para que puedan compensar en lo que puedan las pérdidas de ese horario más restrictivo".

Estas medidas restrictivas no sólo afectaron a bares y restaurantes, también se vieron implicados lugares de ocio nocturno que vieron su horario restringido en un primer momento hasta las dos de la mañana y más tarde hasta las doce de la madrugada. Ante esta situación, entre los bares nocturnos tudelanos se podían observar dos reacciones. Por un lado permanecer abiertos con normalidad, "estos días voy a abrir como si fuese un día normal no voy a hacer nada especial. Antes del rebrote aún había gente, pero desde el rebrote han sido dos semanas malísimas. El jueves y el sábado después del rebrote fueron catastróficos. Si no hubiese pasado la gente estaría más animada", explica Alberto Gómez, dueño del bar nocturno Lupita, quien además añade, "ha sido un desastre total para mi y para los amigos del gremio que trabajan hasta las 4. Si la gente ya no salía, ahora que para las dos les cerramos el bar, menos".

También está la reacción opuesta, cerrar previendo las pérdidas que esta semana iba a suponer, "yo no iba a cerrar, iba a trabajar como un fin de semana normal con la expectativa de que hubiese un poco más de gente", explica Miguel Ángel Corcuera, dueño del Consentidos, "he cerrado porque no me sale rentable. Mi local es un local de ocio nocturno, se debería haber cerrado equitativamente, es decir, los restaurantes a las 12 de la noche y los bares especiales y de copas a las dos de la mañana. Así todos hubiéramos podido trabajar en las mismas condiciones, pero siempre lo paga el que mejor preparado está", que además recalca las consecuencias que su decisión ha acarreado, "me he cargado cinco puestos de trabajo en una semana más los puestos de trabajo indirectos. Yo tenía una ocupación actual del 70 por ciento y actualmente estoy metiendo en el local menos del 50, porque considero que un 70 la distancia de seguridad no se puede mantener. La responsabilidad la tengo en su totalidad, mis clientes no tienen miedo porque saben que yo cumplo con las medidas que se ponen", concluye.

"No trabajamos ni la mitad que el año pasado porque la gente tiene miedo y evitan las reuniones"

"En los años anteriores se daban más de 400 almuerzos el día 24 de julio y que este año apenas han servido 70"