Existe una tendencia tradicional a pensar que el emprendimiento está siempre liderado por los hombres, una inclinación adquirida a pensar que ellos son los que normalmente inician sus propios negocios, los que construyen empresas desde cero. Con el tiempo esta tendencia ha quedado relegada a un segundo plano, dejando paso a la fuerza de las mujeres emprendedoras y mostrando una realidad presente. En el último año el 45% de las empresas que iniciaron una nueva aventura estaban fundadas por mujeres, un dato que también se refleja en la zona media de Navarra. El 58% de las personas que pidieron asesoramiento para iniciar un nuevo proyecto en el Consorcio de Desarrollo de la comarca eran mujeres (63 emprendedoras) y un 42% hombres (46 emprendedores). Liliana Mercedes, Leire Pérez de Iriarte, Raysa Martínez y Badié Ismetova son cuatro ejemplos de ello, cuatro mujeres que entregaron su valía a proyectos propios. Ellas decidieron hace tiempo fletar en una andanza empresarial propia y así lo han hecho, iniciando sus planes personales en el último año.

Liliana Mercedes Lucía ha dedicado el completo de su vida laboral a la hostelería, en diferentes ámbitos, distintas ciudades, pero siempre por cuenta ajena. Hace apenas un mes que abrió el bar de las piscinas municipales de Olite ella sola, con el poder que le da ser su propietaria durante los meses de verano. Decidió emprender en el mundo que le había acogido siempre, pero esta vez siendo su propia jefa. “Nunca me lo había planteado pero surgió la oportunidad de hacerlo y no lo pensé. Ahora vivo pensándolo todo, razonando los porqués y prácticamente la cabeza no descansa pero no me arrepiento”, confiesa. Dice no haber encontrado obstáculos por ser mujer, confiesa que todo lo que ha venido dado por parte de terceros han sido siempre facilidades. “Todo lo contrario, no me han puesto trabas por ser mujer, he tenido mucha ayuda y todos los que trabajan conmigo me tratan igual que al resto”, sonríe Liliana. Leire Pérez de Iriarte tiene 28 años. Ella es la más joven de estas cuatro emprendedoras, una mujer que decidió abrir su propia barbería en Tafalla después de haber trabajado desde que comenzó su carrera laboral en peluquerías, especializándose en el tratamiento masculino. “Mi idea había sido siempre la de ser trabajadora por cuenta ajena, una posición en la que estás más cómoda pero siempre me planteaba cómo haría las cosas si yo tomara las decisiones”, espeta la barbera. Pero había en ella el vestigio de un sueño, el de abrir su propia barbería, desarrollarla y ejercer. “Pensaba en cómo sería mi negocio si lo hiciera a mi gusto pero no lo hacía con la intención segura, hasta que pasé por esta bajera y vi que estaba vacía”, relata. Para ella el emprendimiento no ha sido complicado, nadie le ha puesto trabas. Sin embargo, reconoce que el mundo de la barbería se sigue considerando como un oficio de hombres, cuando “no debería haber diferencia de trato”. Para los que se lo dicen, ella sigue trabajando a diario, compitiendo en campeonatos mixtos de barberos, y ganándolos.

El 28 de mayo abría en Tafalla uno de los primeros centros de estética de uñas que se inauguraba en la ciudad. Detrás del mostrador, oculta por la lámpara que alumbra las manos de sus clientas, se encuentra Raysa Martínez Rosario. Ella abandonó las tareas administrativas, las cuentas y las tesorerías para cultivar las uñas de sus vecinos. Hasta hace algo más de dos meses compatibilizaba su trabajo como administrativa en una empresa con el de esteticista, pero esa etapa se cerró cuando inició su negocio. “La única dificultad que he encontrado ha sido administrativa, nadie te pone facilidades para el papeleo, no te lo explican, te cobran sin decirte claramente el porqué, se necesitaría alguien vinculante en el Ayuntamiento que pueda ayudar de verdad a quienes queremos emprender”, queja Raysa.

Por su parte, Badié Ismetova Karadalieva siempre había querido montar su propia pastelería, un una confitería en la que poder desplegar su espíritu hostelero. El pasado día 1 de abril lo hizo. Hace algo más de dos meses que esta cocinera redirigió su vida y decidió emprender en el ambiente en el que había desarrollado su vida laboral. “Me enteré de que se iba a hacer un traspaso de la Tahona de Tafalla, lo pensé mucho y decidí que era el momento de gestionar mi propio local”, narra. Y continúa: “Yo tenía un sueño, una ilusión de iniciar un proyecto de repostería y aunque es un camino complicado desde la central me han puesto facilidades para aprender a llevar mi propio negocio”.

Olga García es técnica y asesora de emprendimiento en el Consorcio de Desarrollo de la Zona Media y ha trabajado en comunión con estas cuatro mujeres. Su experiencia en el asesoramiento de nuevos negocios, y la formación que recibe en perspectiva de género, le facilita prestar el asesoramiento atendiendo a las diferentes necesidades. Conoce el entorno laboral, es consciente del avance existente pero también del camino que queda por recorrer. “Existe un aprendizaje social que enseña y orienta en mayor medida a los hombres para que se titulen o cualifiquen en unos sectores y a las mujeres en otros, de ahí que haya ocupaciones más masculinizadas y otras feminizadas”, relata. “Dependiendo del sexo se nos atribuyen unas competencias, y no es casual este reparto desigual en el que además unos sectores tienen más valor económico y social”, esclarece. Explica que hay otro tipo de segregación por género, la vertical, en la que normalmente las mujeres tienen más dificultades para alcanzar puestos de responsabilidad por el hecho de serlo. “La solución pasa por considerar muchos factores que desequilibren esa tendencia instalada y desviarla a un escenario futuro deseable más equitativo. Visibilizar a mujeres que emprenden, que toman las riendas de su negocio y que se convierten en referentes de otras es crucial”, concluye.