larraga - La localidad navarra celebró este domingo su historia como tierra de vaca brava y puso en valor la tradición cultural y gastronómica que le respalda. Por decimonoveno año consecutivo, Larraga acogió la Fiesta de la Vaca Brava durante todo el fin de semana.

Los vecinos del municipio vivieron ayer el día grande de la festividad en el que pudieron revivir, por tercer año consecutivo, la trashumancia por las estrechas calles del pueblo. Este fue el plato fuerte de la fiesta en el que participaron cerca de una treintena de jinetes encargados de conducir desde el campo al centro de Larraga a varias vacas y toros de raza avilesa.

El evento fue un éxito entre los locales y los visitantes, quienes acudieron con la idea de disfrutar de la tradición de la Vaca Brava. Tal y como reconoció Carlos Suescun, el alcalde de la localidad, “la fiesta se ha convertido en un evento bonito para los vecinos pero también para los que vienen de fuera. Esperamos recibir entre 1.500 y 2.000 personas este año”, estimó el primer edil. La fiesta en la plaza del pueblo dio paso a la degustación de Cordero Denominación de Origen en la calle Palanquera.

Al inicio de la calle, Ángel y Miguel Martín cocinaron durante seis horas, con la fuerza del calor de la leña, al animal que después los asistentes degustaron. Los beneficios obtenidos en la venta del cordero se destinarán, como cada edición, a una asociación local. Este año los receptores del dinero serán el grupo de dantzaris de Urnía, quienes ayudaron a servir y trabajar durante la jornada matinal.

El día se completó con el concurso de recortadores en la plaza del Ayuntamiento, acondicionada para la ocasión. Los recortadores dieron paso a la suelta de vaquillas que estuvo amenizada también por la música de la banda Alegría Raguesa.

A continuación, la comparsa de gigantes y cabezudos junto con los gaiteros Gaztelu de Larraga, hicieron disfrutar a pequeños y mayores. Para finalizar la edición de este año, los infantiles pudieron correr delante del torico de fuego.