Quien más quien menos tendrá que enfrentarse a la muerte de una madre si sigue el ciclo natural de la vida.
El nacimiento nos es dado de manera gratuita y casual. Cuando muere una madre más consciente somos de que el sol, el viento, la lluvia y el cielo están ahí para acompañarnos en nuestro deambular por la vida.
Mi madre ha partido pero ha dejado una estela de paz, sosiego, unidad y libertad.
Con su carácter jocoso hablaba a todo el mundo por igual. Nos dio una libertad llena de vida, humor y música. La canción de Sabino Méndez titulada La libertad e interpretada por el cantante Loquillo resumen muy bien su manera de estar en el mundo.
No en vano solo recordaba los buenos momentos de su existencia olvidándose de las dificultades para criar a su numerosa familia. Era quien mejor nos conocía y esa magia maternal la hacía extensiva a todos sus conocidos y allegados.
Hacía la vida fácil a pesar de las contradicciones y paradojas de la condición humana.
Ejercía de anfitriona dulce y bondadosa precedida por su feliz infancia y juventud en su Lumbier natal. Su maestra guardaba las redacciones que escribía para mostrárselas a las visitas.
Siempre le gustaron los escenarios hasta el punto de que ya mayor hizo un curso de teatro en Sangüesa al final del cual interpretó la copla española Ay Mari Cruz, Mari Cruz. Siempre le gustó cantar y formó parte del coro de jubilados horizonte de Sangüesa.
La música a flor de piel formaba parte de su ADN. Dos días antes de fallecer intentó recordar canciones de su admirado cantante Luis Mariano de quien aprendió la conocida nana tradicional Haurtxo polita.
Por encima de todo amaba a los niños para quienes siempre tenía una sonrisa y una palabra de complicidad.
Guardaba el recuerdo perenne del pueblo de Tabar, situado en el valle de Urraul Bajo, a donde fue a casarse con 24 años. Tabar siempre presente en su pensamiento evocador y romántico.
La amistad profunda era una de sus señas de identidad sin lugar a dudas. Tuvo siempre buenas amigas allí donde estuvo y recordaba con verdadero cariño a su primera amiga, Javi, a quien conoció en Lumbier cuando tenía 8 años y esa amistad ha perdurado hasta la actualidad.
En su despedida en el crematorio de Pamplona los gaiteros de Lumbier interpretaron Xalbaroen Heroitza.
Carmen Usoz siempre será una luz que nos alumbra desde el firmamento.