El baztandarra Martín Goñi Irungaray, de la casa Zubialdea de Oronoz, Valle de Baztan, falleció en Estados Unidos, donde residía desde el 10 de noviembre de 1965 cuando marchó a ese país a trabajar de pastor en el territorio central de California. El finado era el mayor de los siete hijos de Leoncio Goñi y Felisa Irungaray, nació el 4 de febrero de 1947 y emigró a los 18 años como tantos otros jóvenes bidasotarras en busca de un futuro mejor.

A su llegada, Martín se estableció en Bakersfield, en el condado californiano de Kern, donde residen gran número de bidasotarras, para ser pastor de ovejas (basque shepherder), labor a la que dedicó tres años. Tras completar su contrato, Martin dejó el pastoreo y trabajó de cocinero en el restaurante Chalet Basque, y un poco más tarde se estableció con su propio negocio de jardinería, hasta su jubilación en el verano de 2019.

Quienes conocían a Martin le consideraban hombre de sólida ética de trabajo y una lealtad absoluta, trabajador incansable orgulloso de lograr el objetivo que le llevó a los Estados Unidos, aunque nunca olvidó ni ocultó su cariño por Oronoz y Baztan, su pueblo y valle nativos. Le recuerdan por su fidelidad, dedicado a su familia y amigos con los que mantenía relación y se aseguraba de visitar y comunicar con ellos con frecuencia.

Sus clientes de jardinería agradecían ser considerados “como de la familia” y así hicieron uso de sus servicios de padres a hijos. Muchos se jubilaron y mudaron pero Martin mantuvo el contacto con ellos y su amistad. Se le recuerda su sentido del humor y como gran conversador en las reuniones, en las que se podía estar seguro de que sería “el primero en llegar y el último en marcharse”. Un par de veces al año, reunía a toda su familia en Hodel's, un popular restaurante vasco de Bakersfield y disfrutaba recordando su llegada y su vida en los Estados Unidos, y compartiendo viejas historias de Baztan.

Era hombre que amaba a los animales, a los perros en particular y al pastor alemán, su especie favorita por su inteligencia. Por años, tuvo muchos y le encantaba trabajar y entrenarlos en los cursos de la academia de policía local. Gran aficionado a la pelota vasca, el aizkolarismo y el bertsolarismo que practicaba entre amigos y materia en la que admiraba a su primo Jesús, residente también en Reno, Texas, que, como bertsolari tuvo el honor de ser invitado a improvisar su bertso en el Congreso de los Estados Unidos.

Los fines de semana eran sagrados para Martín, dedicado a ver partidos de pelota transmitidos en directo a través de Euskal Telebista o por internet. Amante de la naturaleza, fue pescador durante años en los arroyos de la sierra cerca de Johnsondale y disfrutaba de la paz de las montañas, fiel al dicho de “se quita a un vasco de las montañas, pero no se pueden quitar las montañas de un vasco”, que le cuadraba exactamente,

Le sobreviven a Martín sus tres hermanos, José Manuel, José Mari y Vicente, sus dos hermanas Sagrario y Teresa, y muchos sobrinos y sobrinas en el Valle de Baztan y en la localidad californiana de Bakersfield. Hoy, 19 de diciembre. se rezará un rosario y oficiará una misa por su eterno descanso en en la iglesia católica de San José en Bakersfield, a la que seguirá la inhumación de sus restos en Hillcrest Memorial Park. Descanse en paz, goian bego.