Segurola disfruta de un paisaje increíble: a su disposición tiene 20.000 metros cuadrados de plantas, flores y árboles de todos los continentes. El que fuera presentador de los briconsejos verdes de Bricomanía y popular rostro de Decogarden, ha invertido diez años de su vida en crear Lur Garden, un espacio natural abierto a las visitas que él disfruta de una manera especial porque vive en semejante paraje, que es como un sueño verde. A Segurola le gusta la soledad, huye del mundanal ruido y pasa las horas, sobre todo en otoño e invierno, leyendo, pensando en nuevos proyectos y cuidando las mil y una variedades de vegetación (ni sabe el número exacto que tiene) que le rodean. Cinco gatos recorren los jardines y muestran su recelo ante cualquier visita, aunque acaban aceptándola en la distancia y con una mirada muy penetrante. 

PERSONAL

Edad: 55 años (7 de abril de 1967).

Lugar de nacimiento: Donostia.

Formación: Estudió Ingeniería Agrícola en Navarra, se graduó en paisajismo en Edimburgo y continuó haciendo cursos en Holanda.

Trayectoria: Se le conoce por haber sido la voz verde de programas como Bricomanía y Decogarden, espacios que se han emitido en diferentes cadenas. Durante 23 años ofreció todo tipo de consejos para terrazas, jardines y cuidados de plantas de interior. Ha hecho trabajos de paisajismo para instituciones y clientes privados. 

La novedad: Los últimos diez años ha invertido la mayor parte de sus horas en crear un paraíso vegetal en Oiartzun. Lur Garden es un jardín de dos hectáreas (20.000 metros cuadrados) situado en un valle y que ofrece tal variedad de plantas que el visitante puede situarse en cualquier continente en un momento dado.

Después de tantos años en Bricomanía...

Ya. En ese programa estuve 23 años de mi vida, un tiempo en el que me lo he pasado muy bien y a donde llegué por una casualidad. Pero después de que el programa terminase sigue habiendo vida. Ahora colaboro en el espacio de la tarde de ETB, en Nos echamos a la calle.

¿Siempre había querido ser jardinero televisivo?

Ja, ja, ja… No. Yo hice Ingeniería Agrícola en Navarra, pero desde pequeño quería ser paisajista sin saber qué era eso de ser paisajista. Ese ejercicio de poner una alubia encima de un algodón era superior a mí. Lo hacíamos cuando estábamos en la ikastola y eso de ver el milagro de la vida creo que se me metió muy dentro. Empecé a trabajar cuando acabé la carrera y con el dinero que gané me fui a Edimburgo y estudié paisajismo. Después hice un curso internacional en Holanda y pensé incluso en irme a formarme y a trabajar a Estados Unidos.

¿Y por qué no fue?

Porque en Edimburgo ya me di cuenta de que pertenecía a esta tierra. Era sentir cómo la tierra te tira cuando estás fuera. Volver fue la mejor decisión que pude tomar. Empezamos poco a poco a trabajar en paisajismo en Oiartzun y dio la casualidad de que Bricomanía se grababa también aquí. Me contrataron para hacer tres guiones técnicos con diez consejos de jardinería y luego asistencia en grabación para garantizar que todo se hiciera bien y que no hubiera ningún error. Tras esa experiencia, el director del programa me dio la oportunidad de hacer una prueba de cámara. Me dijo que si yo le gustaba a la cámara a lo mejor preparaba un briconsejo de jardinería.

Y queda claro que gustó a la cámara.

Parece que sí, al menos por el tiempo que he estado ante las cámaras. Yo empecé a hablar y ahí nació el briconsejo de jardinería, que estuvo durante toda la vida televisiva de Bricomanía. Y luego ya nació Decogarden.

La televisión le dio a conocer, y eso, se supone, será una ventaja añadida en el negocio del paisajismo.

Al principio me cuestioné mucho el estar en televisión. Yo reivindicaba el paisajismo, y si salía en Bricomanía me iban a conocer como el jardinero de la tele.

¿Y le molesta que le conozcan como jardinero televisivo?

No, ya no, para nada. Siempre digo que para ser paisajista tienes que ser jardinero. Estás manejando elementos vivos y tienes que saber cómo cuidarlos. Si no eres buen jardinero, dudo que puedas ser buen paisajista, así que ahora no tengo nada contra ser jardinero. Pero como reivindicaba tanto el paisajismo, pensaba que salir en la tele iba a ser negativo, cuando resultó todo lo contrario: fue lo mejor que pude hacer. Venían los periodistas a hacerme entrevistas sobre qué plantas poner en un balcón y yo hablaba de paisajismo. Eso me ha dado una repercusión mediática importantísima, ahora me es más fácil comunicar, y luego está también la parte económica, que como todos sabemos es interesantísima para vivir, ja, ja, ja.

¿Da más dinero la tele que el paisajismo?

No te quepa la menor duda. Y añado que toda la última parte de Bricomanía y de Decorgaden la grabamos aquí, en Lur Garden.

Con uno de los cinco gatos que, como él, viven en la finca.

Con uno de los cinco gatos que, como él, viven en la finca. Arnaitz Rubio.

¿Sabe cuántas plantas diferentes hay en su jardín?

No tengo ni idea. Para el año que viene estamos trabajando en un libro sobre el jardín. Hace unas semanas he comenzado a inventariar las plantas que hay en cada uno de los espacios, aunque lo estoy haciendo grosso modo. Pero a día de hoy no las tengo contabilizadas y no lo sabría decir ni siquiera aproximadamente.

¿Podría decir al menos cuáles son las especies de plantas más exóticas que tiene en Lur Garden?

El área de hojas grandes parte de una estética subtropical. Están las bananeras, las hojas de elefante, y tal y como van agrupadas generan la sensación de selva subtropical, aunque luego todas ellas aguantan muy bien el invierno. Pero hay que tener en cuenta que estamos en un microclima.

¿Microclima?

Estamos en Oiartzun, en la vertiente sur, donde llueve más que en otras partes, más que en Donostia. Este es un paisaje muy, muy húmedo. Es un fondo de valle donde no hace mucha brisa, así que cuando tenemos excesivo calor también es un poco cocedero. Cada lugar suele tener unas condiciones microclimáticas que permiten que se desarrollen unas plantas y otras no.

¿Busca plantas raras o desconocidas?

Lo que ves. Estoy en un momento de no complicarme la vida. Me he tirado diez años construyendo lo que estás viendo y he intentado abordar un montón de colecciones de plantas distintas. De cara al invierno se hacen todos los trabajos destinados a dejar el jardín preparado para la primavera y el verano. Esta vez lo que estoy haciendo es retirar plantas que me han dado problemas, simplificar y dejar que todo fluya de una forma más natural, también evitando frustraciones. He invertido mucha vida en este jardín.

¿Qué tipo de frustraciones ofrece una maravilla de este tipo?

Trabajar mucho en algo que te resulta difícil. Si consigues sacar adelante esa planta que tanto se te resiste es una gran satisfacción, pero en caso contrario te produce una gran frustración, porque le has puesto todo tu empeño.

¿Por ejemplo?

El jardín de hojas grises. Las hojas grises y azuladas son un mecanismo de autodefensa que tienen las plantas para aguantar las altas insolaciones. En Oiartzun, con nube permanente, insolaciones ninguna. Imposible de conseguir. Se me han perdido muchísimas, no sé cuántas, pero un buen número de las que he intentado tener aquí. Es cierto que he logrado que sobrevivan algunas y me siento muy orgulloso de ello. En el primer ensayo que hice con estas plantas, el 90% de ellas se fueron a la mierda. Estos diez años han sido de prueba-error.

¿Por qué se embarcó en este proyecto?

Es muy buena pregunta, pero no tengo ni idea de por qué hice esta maravillosa locura. Ni puñetera idea. Es posible que surgiera de una necesidad de expresarme libre, sin estar sometido constantemente a los mantenimientos municipales o privados. Es que se crean muchas frustraciones, porque en ese tipo de paisajismo no te expresas como quieres. Antes de este jardín tenía otro a escala reducida, era mi banco de pruebas y tenía que haber sido suficiente para mí, pero creo que fui abducido y me surgió esta necesidad, la de crear algo como lo que estás viendo.

¿Había pensado en este espacio como un reducto privado, solo para su uso y disfrute?

No, nunca, nació para ser compartido, esa fue la vocación desde el principio. No nace solo por mi adicción a la belleza, que es muy alta. Si solo hubiera sido por eso, me hubiera conformado con mucho menos. Me alegra mucho cuando viene la gente, se entera de que tiene diez años de vida y me dice: Pues parece que lleva aquí toda la vida...

"La tele me dio una repercusión mediática importantísima”

¿Le gustaría cambiar algo?

No, todo está donde tenía que estar y no es fácil llegar a ese grado de convencimiento. No sé si es porque no quiero trabajar más o por qué, pero estoy a gusto viéndolo tal y como está ahora mismo.

¿Qué prefiere, los rincones verdes o los que son más coloridos?

No hago ascos a nada, todos los rincones me dan muchas satisfacciones. Mira los cactus que hay, que antes no me gustaban nada. Empecé a cuidar uno y me di cuenta del potencial que tenían, en lo estético y en lo arquitectónico, así que comencé una colección que se ha hecho enorme y la he parado ya.

Si miramos terrazas y balcones nos encontramos con geranios de todo tipo. Aquí no se ve ninguno. ¿No le gustan?

Me gustan todas las plantas, pero hay algunas que se me dan mal. Con los geranios y los ciclámenes no puedo. Con ellos no hago carrera. Cuando he tenido un geranio se me ha ido a la mierda. En un mes está más feo que feo. No sé por qué pasa, pero es así. Hasta el año pasado tenía una muy buena colección de orejas de elefante, pero este año no quieren, así que yo tampoco quiero nada con las orejas de elefante.

¿Qué hacemos mal con las plantas? ¿La regamos demasiado? ¿Las dejamos morir de sed?

Estoy convencido de que a una planta hay que tratarla como si fuera un gato o un perro. Creo que a poca gente se le muere un perro porque no le da suficiente de comer o beber, pero son seres vivos que dependen totalmente de nosotros y nos tenemos que esforzar para que vivan de la mejor forma posible. Con los animales aprendemos su lenguaje; con las plantas tenemos que hacer lo mismo.

¿Se sabe el nombre de todas sus plantas?

No, tengo que tirar de archivo. He sido de las personas que han trabajado como un energúmeno, y los que trabajamos no documentamos. Es cierto que si vamos paseando me van saliendo la mayoría de los nombres. De los cactus y de las plantas crasas en general no me acuerdo de ninguno, porque decidí no aprendérmelos.

20.000 metros cuadrados de Edén

Entrar en Lur Garden es dejar atrás el ajetreo, las prisas, el olor a ciudad. Todo es diferente. Iñigo Segurola, su creador, hace de guía y muestra con pasión cada uno de los dieciséis espacios que se encuadran dentro de 20.000 metros cuadrados de edén. Es una explosión de color, donde predomina la intensidad de los verdes. Su geometría tiene forma de huevo y contiene diferentes estanques. El principal es el denominado Espejo. Un riachuelo fluye por este jardín y contribuye a aumentar la humedad del lugar. El lugar es muy húmedo y ofrece olor y color para cambiar los momentos de visita según te adentres en cualquiera de sus espacios. Estos son alguno de los lugares más interesantes:

Se puede pasear por el Jardín de la Extravagancia, donde diferentes plantas se combinan de forma muy particular y no siguiendo un orden muy específico. También es interesante ver el entorno que se ha creado haciendo referencia a tiempos jurásicos. La inspiración japonesa hay que buscarla en el Jardín del Musgo, y Segurola disfruta a lo grande mostrando el Jardín de las Hojas Grandes. Su estrella son las orejas de elefante, una variedad que hay en abundancia en esta zona. El Jardín Rojo llena de luz y color el ambiente, mientras que uno de los lugares más coquetos es el Túnel de la Calabazas con una pérgola que invita al paseante a contemplar los frutos.

La visita guiada dura sobre hora y media es necesario llevar calzado cómodo y resistente a la humedad para no resbalar. Mientras transcurre el paseo puede aparecer cualquiera de los cinco gatos que viven dentro del jardín. No hay más animales de cuatro patas, aunque antes también habitó en él algún perro. Las visitas son concertadas por teléfono o por mail. Visitar este vergel tiene un precio: 12 euros por persona la visita sin guía y 32 si es guiada. Los niños pagarán entre 7 y 10 euros. Es el propio Segurola el que se encarga de hacer los recorridos con los visitantes (más información en lurgarden.eus).

Si hacemos una visita guiada con usted...

Te lo contaré todo sobre el jardín en dos horas de recorrido, y lo cuento todo, incluso mi vida personal, porque es un reflejo de lo que es esto. Va unida a estos diez años de trabajo en Lur Garden. Hubo un momento en el que toqué fondo. Se me fue mucho la olla para construir todo esto. Ahora lo miro y pienso: ¿Cómo me metí en todo esto? Pero lo tenía que hacer. Ahora las visitas están para que el jardín se mantenga económicamente.

Desde hace un tiempo también vive aquí y en soledad. ¿No se aburre?

Vivir aquí es como vivir sometido a las horas de luz. Va por temporadas. El otoño, que está aquí ya a la vuelta de la esquina, es un momento de recogimiento. Los días se van acortando y tú estás aquí, entre sombras. Son buenos momentos para leer mucho. Este invierno espero tener una chimenea, que es lo que me faltaba para estar muy a gusto.

¿Y ver la televisión?

Es que en esta casa no hay televisión. Creo que lo mejor que se puede hacer hoy en día es no tener televisión. Estoy feliz de no enterarme de todo lo que se dice por ahí. De lo que te tienes que enterarte, te enteras sin necesidad de tener una pantalla. Me parece que hay mucho sensacionalismo. Seguí un poco las noticias y me pareció una barbaridad que los medios estuvieran durante tres meses hablando de un volcán.

¿No echa de menos la civilización?

Esto también es civilización. Bajo alguna vez aquí cerca para estar con los amigos y amigas, y por trabajo tengo que salir. Como comprenderás, a Donostia en Semana Grande, ni de coña. Donostia en verano da mucha pereza.

¿Un ermitaño?

No tanto, pero casi. No me gustan el ruido, las voces, las aglomeraciones… Con la paz que tengo aquí no me seduce nada estar en una ciudad. Debe ser que a mis 55 años lo que me apetece es el silencio, la soledad, aunque también comparto momentos con mi gente, mis amigos.