Abril Camino es una enamorada de las historias que rezuman sentimiento, y pueden ser sobre relaciones de todo tipo: parejas sentimentales, de amigos, de familia… Todas tienen cabida en los dieciocho libros que la popular escritora gallega ha puesto en el mercado. Lamenta que la novela romántica esté considerada un subgénero en la literatura, aunque la demanda sea muy amplia. En esta ocasión explora un mundo que a la mayoría no le es desconocido: el uso de una aplicación de citas tan popular como es Tinder. Reconoce que ella misma fue usuaria de esta app durante un corto periodo de tiempo, pero acabó desencantada, y tampoco le convencen las historias de amor que recrea la televisión. En Las 27 citas de Charlotte May hay un poco de drama y mucho de comedia, una búsqueda del amor por vías que no son convencionales.

PERSONAL

Edad: 42 años.

Lugar de nacimiento: A Coruña.

Formación: Licenciada en Filología Hispánica e Inglesa.

Trayectoria: Su pasión lectora le llevó a elegir la Filología como disciplina académica, pero pronto se le quedó corta la experiencia de sumergirse en historias escritas por otros autores y se lanzó a crear sus propios personajes y a darles vida. Fue en la primavera de 2015 cuando algo hizo clip en su cerebro y decidió publicar su primera novela de amor. Desde entonces ha escrito dieciocho libros y tiene unos cuantos más guardados en un cajón. Desde hace cuatro años vive exclusivamente de la literatura, algo que no resulta nada sencillo. Destacan entre sus títulos Sangre y tinta, Te quise como si fuera posible, o la saga de libros Destino. Ahora acaba de publicar Las 27 citas de Charlotte May.

Es usted licenciada en dos filologías, Hispánica e Inglesa, y se dedica a la literatura romántica, que consideran un subgénero más que un género.

Bueno, creo que eso del subgénero es algo que se debe ir revisando. Hay grandísimos autores que se han pasado al género negro, thrillers o policiales, y nadie los juzga por ello. Sin embargo, la novela romántica siempre parece estar bajo sospecha.

¿Y por qué le da a usted por este género de amor y desamor, de tantos sentimientos?

Porque mi gran pasión a la hora de escribir es ahondar en los sentimientos, en las relaciones entre personas.

Y el amor es uno de esos grandes sentimientos, ¿no?

Por supuesto, y eso no lo niega nadie. No siempre son totalmente románticos, aunque suela ser por lo que más me inclino. Es cierto que tengo novelas que tratan de amor, sin duda, pero hay otras que hablan de relaciones entre hermanos, amigos y similares, pero al final, el sentimiento que más conflicto literario sugiere es el amor romántico. Es el que más juego da. Y añado una cosa: no tengo demasiada intención de moverme de ahí.

Escribe sobre el amor, pero con una cierta carga de drama detrás.

En el drama es donde más asentada estaba, pero esta última novela, Las 27 citas de Charlotte May, es todo lo contrario. Me he ido de una forma radical al lado de la comedia. Tengo que confesar que me ha resultado mucho más difícil, aunque el resultado también ha sido mucho más satisfactorio.

A lo largo de sus libros, ¿alguna protagonista tiene algo que ver con usted?

Pienso que los escritores siempre dejamos algún rastro de nosotros en los personajes, pero así, literalmente, algo que ver conmigo autobiográfico, no. Sería imposible: esta es mi decimoctava novela y hay dieciocho protagonistas. Supongo que todas tienen un puntito de mí, aunque ninguna sea yo misma.

Comenzó a publicar en 2015, vaya carrerón

Sí. Ahí es cuando se editó mi primera novela, y desde entonces, hasta ahora.

Dieciocho novelas en siete años parece una barbaridad. ¿Escribe muy rápido?

Creo que no, y tengo algunas más escritas para publicar, con lo que pasarían de veinte. Pienso que tenemos una idea un poco confusa del tiempo que lleva escribir una novela. Siempre lo medimos en meses o en años.

¿Y no debe medirse así?

Para mí, no. Creo que debería medirse en horas. No es lo mismo tardar un año en escribir una novela dedicándole diez horas al día, que dos horas por la mañana los sábados porque el resto del tiempo lo dedicas a otros menesteres. Yo me dedico a escribir como única profesión desde hace cuatro años. Y antes de eso tenía trabajos que me permitían compaginar muy bien con la escritura. Prácticamente, desde que me decidí a escribir he dedicado a esta tarea una jornada completa. ¿Rápida? No, no soy especialmente rápida, lo que ocurre es que le dedico a escribir muchas horas.

Camino tiene ya dieciocho novelas en el mercado.

Camino tiene ya dieciocho novelas en el mercado. Nines Mínguez

¿Tiene musas especiales, fuentes de inspiración?

La vida real. Mi inspiración es la vida en movimiento. Exceptuando las novelas de ciencia ficción o de fantasía, al final es la propia vida la que te lleva a unas historias determinadas, sea una novela romántica, un drama o un thriller. Salgo a la calle, voy a tomar algo con mis amigas o hablo un buen rato con mi madre, y me surgen ideas, no digo todos los días, pero sí muy a menudo. Es un topicazo lo de que la realidad supera a la ficción, aunque es así. Siempre acabo encontrando algo que contar. Viajes para la ambientación, perfiles de personas que pueda conocer o hechos que conozco, los mezclo con ficción y todo ello metido en una batidora acaba dando resultado.

En Las 27 citas de Charlotte May se va a los contactos vía internet. ¿Por qué últimamente hay que acudir a un programa de televisión o a las webs modelo Tinder para encontrar una relación sentimental?

No creo en el tener que. Pienso que conocer gente a la manera tradicional sigue existiendo. Conocer a alguien en la barra de un bar, al amigo de un amigo o a un compañero de trabajo, sigue vigente. No he explorado el campo de la televisión, pero creo que la gente que se lo plantea tiene un rasgo de exhibicionismo. Es algo similar a lo que lleva a algunos a ir a un reality. Sin meterme en la vida de nadie, para mi personalidad eso resulta incomprensible.

¿Y qué dice de internet?

Las aplicaciones de internet son una opción más, opciones que permiten, entre comillas, conocer a mucha gente a la vez. En un bar solo conoces a una persona, en una app de citas puedes tener treinta y ocho conversaciones a la vez. Es un añadir nuevos medios, pero que no cambia fundamentalmente el fondo de la cuestión.

¿Ha estado alguna vez en Tinder para investigar?

He usado Tinder, pero no como investigación. Lo he hecho a nivel personal, aunque muy poquito tiempo.

¿Desencantada?

Sí. No me gustó nada, la verdad. Fue hace algunos años, casi cuando empezaba a andar esta aplicación, y me salí muy pronto.

Si se puede preguntar, ¿qué es lo que no le gustaba?

Que es un agujero negro, algo que suele pasar también con las redes sociales. Es un agujero negro de tiempo perdido. Entraba por aburrimiento cinco minutos y cuando me quería dar cuenta, llevaba hora y media. Es como cuando entras en una red social para estar un ratito y al darte cuenta llevas media tarde viendo chorradas que en realidad no te interesan. La gente ve a Tinder como lo más rápido para conocer a otros, pero a mí me pareció lo contrario. Me encontré con cosas que hace mucho tiempo que ya no consiento en mi vida diaria.

¿Por ejemplo?

Cosas del tipo: Hola, guapa. ¿Quieres venir a mi casa a follar?

Pues sí que es un mensaje directo.

Abrir un chat con eso me pareció impensable. Pensé: Si no le aguanto esto a nadie en la barra de un bar, no se lo voy a aguantar a nadie en mi móvil o en mi casa cuando estoy tan tranquila. Y me dije: Definitivamente, esto no es para mí, no es mi rollo.

¿Siguen estando tan vigentes estas aplicaciones como cuando empezó Tinder?

Tengo entendido que antes de la pandemia estuvieron en decadencia y volvieron a reflotarse mucho con el Covid. Dicen que ahora están bajando de nuevo. Al final son modas, supongo. Habrá algo que las sustituya, habrá oscilaciones en su uso, pero yo no soy una experta.

La novelas románticas suelen acabar con un felices para siempre y comiendo perdices. ¿Cómo acaban las suyas?

No siempre. En teoría, lo que dices es la novela romántica tradicional. Muchos autores estamos intentado dejar atrás esa fórmula. Mis novelas acaban cada una como le toca. El final feliz en el amor siempre es discutible.

¡Vaya! ¿El final feliz el amor no es siempre de color rosa?

Depende de cómo lo mires. Si una historia acaba con una separación, a veces esa separación es la buena noticia y se puede convertir en un final feliz, mucho más que una pareja que siga aferrada a una relación que no funciona. Cuando empiezo a escribir tengo muy claro cómo va a acabar una historia, pero siempre va ir en relación a la relación, valga la redundancia, que haya entre los protagonistas.

¿Vive usted bien del amor?

Hace cuatro años, justo se cumplen este mes de septiembre, que me dedico a escribir, y podría haberlo hecho desde un par de años antes. La novela romántica está en auge.

¿La novela romántica es cosa de mujeres?

Desgraciadamente, sí. Las cifras dicen que sí. Creo que hay miedo, pudor o algo que no sé definir muy bien en los hombres para adentrarse en este género. Es un género con absoluta mayoría de mujeres lectoras, así que en él las escritoras somos legión. Nos estamos perdiendo a la mitad del público y la mitad del público se está perdiendo muchas novelas interesantes.

¿Puede ser que a los hombres les dé más pudor ahondar en el universo de los sentimientos?

Creo que los tiros van por ahí. Hay una cierta masculinidad tóxica muy enraizada desde hace siglos que hace que los hombres rehúyan la ficción sentimental. Y la verdad, no sé por qué. Muchos de los grandes clásicos de la literatura hablan de amor, de sentimientos: Ana Karerina, Cumbres borrascosas y un montón de grandes títulos más. Pero ahora, las novelas románticas contemporáneas no son un género que les resulte atractivo a los hombres.