Influidos por algunos primeros espadas del rock alternativo anglosajón de los años 80 y 90, el grupo de Plentzia Norman Bates se estrena con un EP titulado Motel en el que cantan en euskera y castellano bajo un manto de ruido, neblina y dosis de emoción. Estos cuatro jóvenes músicos de Plentzia (Daragh Espiau, vocalista y guitarra; Manu García, bajo; Julen García, guitarra; y Unai Ortiz, batería) con nombre del mítico asesino en serie de Psicosis se empapan de guitarras en un debut publicado por el sello independiente Ático Stereo, con sede en Mungia. La banda no esconde sus preferencias y cita, entre sus héroes musicales, a grupos como Yo La Tengo, The Jesus and Mary Chain, Galaxie 500, Television, Los Planetas y los irundarras Lisabö. Pese a su juventud, llevan ya un tiempo pateándose los gaztetxes de Euskal Herria. En esta entrevista, los miembros del grupo defienden los postulados de la filosofía punk do It yourself y la cultura de la autogestión como herramientas necesarias para la creación de una verdadera escena musical. Motel se grabó en noviembre de 2024 en los estudios El Submarino Records de Mungia bajo los mandos técnicos de Iñigo Escauriaza. De momento, el disco se ha presentado en directo en las salas Bilborock (Bilbao, 28 de febrero), Dabadaba (Donostia, 30 de abril) y anoche 10 de mayo en la gasteiztarra Jimmy Jazz, acompañando a Lukiek.
Se conocieron en el verano de 2019 y el primer EP llega casi seis años después. Llegados a este punto, ¿qué sería el éxito para la banda?
-Para nosotros, el éxito es poder tocar todo lo posible siempre que podamos, en sitios en los que estemos a gusto y junto a nuestros grupos de amigos. No pedimos mucho más. Si llega un momento en el que podamos llegar a tener tres o cuatro fechas al mes, estaríamos encantados.
¿Se reprochan haber tardado en lanzar un primer trabajo discográfico?
-Realmente, cuando comenzó la banda teníamos entre 14 y 16 años, por lo que todavía estábamos aprendiendo a tocar y componer. Por otra parte, el año pasado publicamos varios singles por separado porque carecían de coherencia entre ellos. En esta ocasión, queríamos componer y trabajar un EP como tal.
¿Ponerse el nombre de un personaje de ficción tan conocido es un homenaje a Psicosis o responde a una especie de fetichismo por los asesinos en serie?
-El nombre no nace de ninguna admiración por el personaje ni nada por el estilo. Cuando empezamos, escuchamos Cisne Negro de Rufus T. Firefly, en el que hacen una referencia a él, y nos pareció que sonaba lo bastante bien como para ser el nombre de una banda. Y ya. No fue hasta muchos meses después que vimos la película en la que aparece Norman Bates. Nos llamamos así como nos podríamos haber llamado de cualquier otra manera.
¿Pero que el título del EP haga referencia al icónico Bates Motel de la película es también fruto de la casualidad? ¿No forma parte del universo estético/pop de la banda?
-Intentamos que todo lo que hacemos guarde cierta coherencia entre sí. Motel no habla de nada en concreto, pero sí que en un momento dado se hace referencia al famoso asesinato de la ducha de Psicosis. Empezamos a llamar Motel a la canción y así se quedó. No sabemos si se puede hablar de un universo estético propio de la banda… En ese sentido, lo que nos gusta es colaborar con amigas y amigos artistas de nuestro entorno, tanto en portadas, como fotos y videoclips.
"Uno de los estilos que más consumimos en nuestro día a día es el shoegaze”
En el disco hay un guiño musical clarísimo: uno de los temas se titula Yo la tengo, igual que uno de los grupos bandera del indie rock norteamericano. ¿Discos como Electr-o-pura les han podido influir en el ruidismo pop del disco?
-Definitivamente, uno de los estilos que más consumimos en nuestro día a día es el llamado shoegaze, dream pop y noise pop, entre los que se encuentran grupos como The Jesus and Mary Chain, Galaxie 500 y Yo La Tengo.
Letras ‘random’
El rock está lleno de gritos de guerra chulescos, letras de amor que te rompen el corazón y en algunos (pocos) casos nos sumergen en complejos y profundos textos literarios. Normalmente, a la hora de escribir los letristas no se suelen romper la cabeza y lanzan sensaciones y frases vagas que simplemente acompañan y quedan bien con la música. Cuando por aquí en los años 90 se fusilaba a los grupos indies extranjeros que Norman Bates profesan devoción, se cantaba en inglés por pura imitación y lo que se decía era un poco lo de menos. Importaba la fidelidad sonora, la actitud y la ilusión de ser una estrella local y poder emular a Sonic Youth, Pavement o los Pixies.
Con el paso al castellano y el euskera, las bandas tienen la oportunidad de elaborar (o no) más sus mensajes. En el caso de Norman Bates, sus etéreas letras picotean por aquí y por allá, convirtiéndose en una clara seña de identidad de la banda. El EP que han sacado a la luz “no sigue una temática general”, aunque desde un punto de vista “muy personal” sí que abordan asuntos que tienen que ver con “la rabia, la alienación y la honestidad”.
¿Cuáles serían sus otras bandas de cabecera, además de aquellas que definieron el estilo alternativo de los años 80 y 90?
-La música que más nos une es justamente esa, si bien escuchamos música de estilos muy distintos. Nos pueden influenciar tanto bandas de mediados y finales de los setenta como artistas contemporáneos que tienen bastante poco que ver en su manera de hacer música. Es decir, pasamos de los Stone Roses o Television a Japandroids y Nakar.
Las letras de las canciones son originales y tienen un cierto toque abstracto o evocador, mientras que los títulos parecen más bien aleatorios. Por ejemplo, El Williams de Ayrton Senna. ¿Juegan con esos contrastes deliberadamente?
-Por lo general, los títulos de las canciones no suelen hacer referencia, por lo menos literalmente, a las letras. Lo que buscamos suele ser algo llamativo, aunque otras veces son cosas que simplemente nos hacen gracia. Yo la tengo tiene ese nombre por el tipo de música que ha tenido influencia en ella, aunque originalmente la canción se iba a llamar Lisabö. El caso de Williams quizá sea el que más se aleja de la canción, y a su modo también funciona como guiño a La Cara de Niki Lauda de Los Planetas. Aun así, no todos los títulos se alejan por completo de la temática que se desarrolla después, como pasa, por ejemplo, con Catalina y Motel, que tienen una relación más directa con sus letras.
Se han curtido en los gaztetxes de Euskal Herria. ¿Sin ese circuito autogestionado la nueva escena vasca no podría haber despegado?
-Sin espacios de autogestión y de organización de conciertos fuera de los círculos comerciales es difícil que se genere una escena en un lugar concreto. Desde luego, está bien que haya grandes salas y escenarios, pero sin espacios como los gaztetxes sería mucho más difícil crear un circuito de bandas nuevas y donde nuevas propuestas salgan a la luz.
“Vimos a Vulk y pensamos: ‘Si ellos pueden, ¿por qué nosotros no?”
¿Por qué creen que la música de guitarras vuelve a ser una opción atractiva para la juventud después de años de sequía rockera?
-No creemos que haya dejado de ser una opción atractiva en ningún momento. Si ahora hay tantas bandas jóvenes nuevas (por lo menos en nuestro entorno), es porque la gente lo ve como algo accesible. Vas a un concierto de un grupo de Bilbo, o ves a ciertos grupos en algunas jaias y de pronto lo de tener una banda y dar conciertos no es algo exclusivo de artistas ingleses y americanos. En nuestro caso, fuimos a ver a Vulk en un par de ocasiones en 2022 y pensamos: “Si ellos pueden, ¿por qué nosotros no?”.