Tiemblo como docente que soy, porque estamos indefensos ante las medidas del Gobierno, seguirán recortando nuestros derechos mientras nos dejemos. Tiemblo como madre de una niña de 5 años, que no va a poder recibir una enseñanza pública de calidad y no va a entender por qué su mamá viaja todos los días 200 kilómetros para ir a trabajar al instituto, en una clara muestra de lo que es conciliación familiar. Tiemblo como ciudadana, porque formamos parte de una sociedad que acepta todo sin rechistar, sin conocer la auténtica realidad. Nos conformamos con la verdad de los que ven los recortes necesarios para mejorar la crisis. Pero, ¿cuándo llegan los recortes a vuestros bolsillos? Vuestras mentiras y falta de dignidad no tienen límites ni recortes. Y sobre todo tiemblo como persona, porque siento que los valores que me inculcaron se desvanecen en el aire y todo vale para justificar cualquier cosa, como que haya más de 200 interinos en las listas del paro, cientos de alumnos sin profesores sustitutos hasta pasados 15 días, plazas vacantes ofertadas con posterioridad como sustituciones para ahorrarse el verano, centros sin posibilidad de hacer grupos de diversidad, sin apoyos educativos, sin personal necesario para el buen funcionamiento (conserjes, bedeles, cuidadores...). ¿La justificación? No hay dinero, señores. Como ya sabemos estamos en tiempos de crisis y hay que ahorrar, apechugando, pero ¿todos o sólo algunos?
A esto y más es a lo que lleva una serie de medidas del señor Catalán y que se ha encargado de ratificar su sucesor, el señor Iribas. Un consejero de Educación que apuesta por una enseñanza pública de calidad, llevando a sus 5 hijos a la privada y aumentando casualmente el gasto de la concertada mientras recorta descaradamente la inversión en enseñanza pública; que se lava la imagen tarde y mal, aumentando los contratos iniciales basura de 5, 6 y 8 horas semanales hasta la media jornada; que apuesta por el bilingüismo (en inglés) planteando la impartición de las asignaturas en inglés por nativos, es decir, ofertando esas plazas en un futuro a docentes extranjeros que nos quiten las pocas plazas que hay a los docentes de aquí que estamos intentando formarnos en esa lengua invirtiendo tiempo y dinero, para que en un futuro nos den la patada. Por esto y mucho más, como nueva docente que soy desde hace un año, como madre, como ciudadana y ante todo como persona, alzo mi voz: ¡Basta ya. No recortéis nuestros derechos ni hundáis la enseñanza pública! Es hora de pasar a la acción, debemos actuar con contundencia y manifestar todas las partes implicadas (docentes, padres-madres, alumnado, ciudadanos en general) nuestra disconformidad e ira ante tanto ataque gratuito a la enseñanza pública. Dejemos de dar pasos en falso para que no se nos tome más el pelo y vean nuestra unión frente a estas incoherencias. Luchemos por esa ansiada enseñanza pública de calidad y no nos dejemos pisotear más. Demos la cara por la enseñanza pública.