Estoy muy triste y aún no me lo puedo creer que, después de 26 años luchando, haya todavía personas que piensen que la Escuela Navarra de Teatro no es digna de recibir el apoyo económico que necesita para seguir haciendo su trabajo y que todos podamos disfrutar de ella, de su existencia. Me parece algo, como he dicho antes, increíble. Y lo único que se me ocurre pensar es que esas personas que no ven necesario apoyar ni valorar nuestra escuela es porque aún no saben qué significa la Escuela Navarra de Teatro.
Creo que significa muchas más cosas de las que ellos se imaginan y por eso, al menos, quiero compartir qué significa para mí, qué es mi escuela.
Mi escuela es una puerta abierta siempre, una amiga, un regalo, una sonrisa, magia, un oasis refrescante en medio de la realidad; una cultura inteligente, diferente y accesible a todos; una educación que te prepara para aprender todo lo que te propongas; una oportunidad inmensa de conocimiento; un equipo de trabajadores y profesores que, además de formar actores, actrices, artistas, forman personas, porque así es como entienden ellos a sus alumnos, como personas valiosas y diferentes, profesores que aprenden a querer a sus alumnos tal y como son, cada uno con sus comedias y sus tragedias, y les ayudan, les acompañan de la mano, les ven caerse, levantarse, llorar, reír, llorar de alegría, les ven fracasar, triunfar, cambiar... En definitiva, les ven crecer, porque desde que pones el primer pie en la escuela no paras de crecer.
Mi escuela también es un trampolín para poder estudiar fuera de Navarra donde quieras, quien sale de la Escuela Navarra de Teatro y quiere continuar aprendiendo en cualquier otro lugar siempre es recibido con los brazos abiertos, porque confían en que sus primeros pasos han sido firmes y hacia delante. Cuando acabas la formación en la escuela, sientes que se te abre un hueco dentro, sientes nostalgia, no quieres aceptar que se ha terminado y desearías volver a vivir cada uno de los momentos que has vivido desde que entraste por primera vez, y ese hueco que se te abre siempre permanece dentro de ti guardando todos esos recuerdos, reservado para ella, para la escuela, por eso todos los que pasamos por la Escuela Navarra de Teatro siempre volvemos a ella para olerla, tocarla, saborearla y volver a encontrarnos con todos esos brazos amigos que nos vieron crecer y que crecieron con nosotros.
Y por todo esto, yo siempre he pensado que haber tenido la oportunidad de vivir en la escuela durante un tiempo me convierte en una persona afortunada, y que debería ser necesario y obligatorio estudiar en mi escuela, para que muchas más personas pudieran conocerla. Pero si no apoyan su trabajo, nuestra educación, nuestra cultura, entonces ¿quién va a vivir esta experiencia? ¿Quién va a crecer?...