EN el plan de recortes aprobado el pasado día 30 de diciembre por el Consejo de Ministros la investigación científica y tecnológica ha sufrido una reducción de 600 millones de euros, cifra bastante considerable si tenemos en cuenta que la totalidad del presupuesto en 2011 fue de 8.600 millones de euros y cuyo saldo previsible para el 2012 nos llevaría a niveles del año 2007, alrededor de los 8.000 millones de euros. El panorama que han de afrontar por tanto las empresas españolas con vocación de investigación, desarrollo e innovación es, a día de hoy, aún más duro, máxime si la financiación pública continúa en retirada. Recordemos que ya en 2011 veníamos acumulando una cadena de recortes de un 8% con respecto a 2010 y de un 15% sobre 2009, y con una marcada tendencia a aumentar las subvenciones en forma de créditos reembolsables.

Aunque en las medidas de reducción de gasto del Gobierno no se especifica el reparto de esos 600 millones entre subvenciones y créditos para la I+D+i, debemos alertar sobre las nefastas consecuencias que pueden tener para avanzar hacia el tan ansiado cambio de modelo económico. Las empresas son conscientes de la necesidad de innovar, y que bajar su inversión en I+D+i es una amenaza real para su desarrollo en una economía basada en el conocimiento y la competitividad.

Si para salir de la crisis en la que estamos inmersos parecía estar claro que necesitamos una modernización estructural de la economía, ¿cómo van las empresas a definir sus estrategias de innovación a largo plazo? La actual crisis es en buena parte resultado de no disponer de un modelo económico basado en ventajas competitivas estructurales como las derivadas de la innovación en la industria y los servicios. Por ello, el I+D es clave para crear un modelo económico con una competitividad más profunda y robusta que nos haga menos sensibles a las crisis.

Las empresas necesitan incrementar su competitividad a través de la I+D+i con el apoyo de la financiación pública. Ninguna empresa innovadora debería quedarse en la cuneta, ya sea grande o una pyme. El cambio económico debe hacerse entre todos y apoyar a todos aquellos que quieren ser protagonistas de ello a través de la I+D+i. Ahora que la cultura de la innovación empezaba a calar entre los empresarios y directivos, y éstos se habían animado a solicitar las ayudas a la innovación que estaban a su alcance, concienciados de que ése era el camino a seguir para ser más competitivos, es una pena que sientan de nuevo la retirada de apoyo que necesitan.

Nunca antes fue más decisivo que las empresas conozcan todas las ayudas a la innovación con las que cuentan a la hora de planificar sus inversiones. De esta forma podrán diferenciar sus productos y servicios gracias a la innovación de los procesos productivos y las infraestructuras, así como de plantillas cualificadas. Cuantos más conocimiento tengan sobre sus opciones para llevar a cabo estas inversiones en I+D+i, más beneficioso será para todos. Máxime en el escenario de restricción en el que nos vemos avocados por las circunstancias.

La noticia también afecta, claro está, al ámbito científico. Si bien ha sido aprobada en el BOE el día 30 de diciembre de 2011 la convocatoria de los proyectos científicos del Plan Nacional de I+D+i y las becas de formación con cargo al presupuesto de 2012 y cuyos 325 millones de euros de financiación pública, más 59 millones de la UE, dan un respiro a la comunidad científica; esperemos pues que estos recortes no generen un impacto irrecuperable a los componentes de nuestro sistema de I+D+i, y en especial al sector empresarial.

Emmanuel Mielvaque

Country Manager de Alma Consulting Group para España y Portugal