SE están dando estos días toda una serie de movilizaciones a favor del juez Garzon. Protestan porque le han parado los pies a quien intentaba hacer algún pinito, de los suyos, sobre la memoria histórica.Y es que este juez sabe que para mantenerse en el candelero hay que renovarse.

No creo que este señor tenga credibilidad alguna a la hora de abordar este tema. Este personaje se ha hecho famoso como juez de lo que llaman la Audiencia Nacional, que fue el nombre con el que se bautizó, tras la muerte del dictador, el Tribunal de Orden Público. Si tuviera alguna noción de memoria histórica, este personaje nunca se habría prestado a formar parte del aparato judicial franquista camuflado.

Siguiendo con la más pura tradición franquista o de cualquier otra dictadura, cerró el diario Egin, que además se había constituido por suscripción popular. Con todo lo que parece que sabe no se había enterado de que los periódicos no delinquen. En este caso actuó además como recadista de Aznar tal y como el propio presidente manifestó. "Pensaban que no nos íbamos a atrever a cerrar Egin". Hoy todavía dos periodistas y varios miembros del Consejo de Administración están en la cárcel, y alguno supera los 70 años.

Lleva a la práctica como nadie la doctrina de los regímenes fascistas y similares de que no hace falta probar la existencia de los delitos para condenar a la disidencia. Basta pertenecer a categorías de personas satanizadas por el régimen: homosexuales, pobres, masones y comunistas en el Tribunal de Orden Público y del entorno de ETA en la Audiencia Nacional.

Ha permitido la tortura a cientos de ciudadanos y ciudadanas vascas mirando para otro lado cuando llegaban destrozados a su despacho (juez valiente le llaman algunos). Ha mantenido a cientos de vascos y vascas en cárceles durante largos periodos de tiempo con el único objetivo de destruirles la vida y machacar a su entorno.

Mientras tanto, ha dejado que se fuera de rositas uno de los últimos franquistas responsable de los asesinatos de Montejurra y Gasteiz. Me refiero a Fraga.

Memoria del franquismo no sé si tuvo. Pero algún aprendizaje sí. De Franco debió de aprender lo de privar del derecho al voto a un sector de la población de izquierda e independentista.

Mientras ha cometido toda clase de tropelías contra vascos y vascas nadie ha hecho caso. Pero los malos hábitos le han traicionado. Que pruebe, aunque sea en pequeña dosis, del jarabe represivo que con tanta generosidad repartía. Y se queja de que el Tribunal que le juzga actúa injustamente. ¿Quién? Él sí que sabe de injusticias, de practicarlas...

Mientras tanto, los predicadores de la ética de los últimos tiempos parece que se encuentran cómodos, incluso felices, en los alrededores de las cloacas del Estado, donde la desmemoria es profusamente cultivada. Que no quede memoria de que Garzón reprimió el socialismo y el independentismo vasco parece que es su pretensión. Algunos y algunas confunden recuperación de la memoria histórica con apoyo al represor. La vergüenza es que se haga en nombre de la izquierda.

Patxi Urrutia

Visitador del despacho de Garzón