EN los Presupuestos Generales de Navarra para 2012 se congeló la retribución de los funcionarios y trabajadores públicos, al mismo tiempo que se anunció una reducción de la retribución de la presidenta de un 43% y de un 26% la de los consejeros. Estos datos resultaron llamativos, ya que el sueldo de la presidenta del Gobierno es de 92.712,61 euros, un 33% más que los 69.534 euros que recogían los Presupuestos de 2011. De igual manera, las retribuciones de los dos vicepresidentes y consejeros son superiores a las de 2011. Estas retribuciones proceden de los impuestos de los contribuyentes y suponen la retribución por su trabajo como miembros del Gobierno.

Este cambio en las retribuciones de los altos cargos tiene su origen en las importantes dietas que algunos miembros y exmiembros del Gobierno de Navarra y del Ayuntamiento de Navarra percibían de Caja Navarra, en concepto de pertenencia a una comisión con funciones de seguimiento y asesoramiento de la entidad. Estas dietas generaron cierta indignación, e inicialmente tampoco fueron de mi agrado. Sin embargo, tras una pequeña reflexión, concluí que no tenía motivos para indignarme. Al fin y al cabo, procedían de Caja Navarra, y no de los Presupuestos de Navarra. Y como no soy ni cliente, ni trabajador, ni propietario o accionista de Caja Navarra, realmente no podía decir que las dietas salieran de mi bolsillo.

Por idéntico motivo no puedo compartir el crecimiento negativo de los sueldos de los miembros del Gobierno, motivado en la desaparición de las dietas como integrantes de comisiones y consejos varios. Si bien pertenecían a estas comisiones y consejos por ser miembros del Gobierno, en ellos eran retribuidos por su trabajo en dichas comisiones y consejos, y no por su trabajo como altos cargos del Gobierno, que se retribuye con su sueldo. Por lo tanto, el crecimiento es positivo, porque por su trabajo como miembros del Gobierno están siendo mejor retribuidos, independientemente de que no vayan a ser retribuidos por su trabajo en comisiones o consejos.

Así, no es fácil entender que Álvaro Miranda diga que el año pasado se consideraba bien pagado por tener unas retribuciones totales de 138.000 euros, y este año no se considera bien pagado por tener un sueldo como vicepresidente de 80.000 euros. Al menos no podrá decir que los contribuyentes navarros le pagan este año menos que el pasado, ya que el año pasado su sueldo como vicepresidente era de 64.000 euros. Es decir, por su mismo trabajo de vicepresidente ingresa 16.000 euros más. Otra cuestión es que ya no disponga de su trabajo e ingresos como asesor de Caja Navarra.

Tan solo queda desear que el acierto en la gestión y decisiones del Gobierno tenga el mismo porcentaje de subida que su sueldo.

Fernando Señas Bea