CUANDO el PSN decidió formar gobierno con UPN, muchos pensamos que aquello era un suicidio político; no era necesaria la opinión de expertos ni de ningún think tank para darse cuenta de que el PSN como entidad autónoma simplemente era digerido y desaparecía. Juan Cruz Lacasta insistía recientemente en ello en este periódico citando las palabras de un conocido político: "no se puede estar a la vez en el gobierno y en la oposición". La ironía es que las palabras las pronunció en su día Roberto Jiménez. También cuentan que una Elena Torres más joven y combativa exigía en sus intervenciones públicas que "a la derecha ni agua". ¿Qué pasó?
Este PSN ha dejado huérfanos de voto a un sector importante del electorado navarro, aparte de su electorado natural; hay -estamos- unos cuantos que ya no podemos votarles, no así, no a estos dirigentes, no para que pueda gobernar alguien tan netamente de derechas como Yolanda Barcina. Pero esto es una obviedad. El PSN bajó de su supuesto suelo electoral de 12 parlamentarios forales a 9 . En las próximas serán con toda probabilidad 7 o menos y los dirigentes del PSN lo saben. Los partidos hacen encuestas regularmente. Quizá hayan hecho suyas las palabras de Marx (Groucho): "Hemos tocado fondo, ya podemos empezar a cavar".
Repetimos la pregunta: ¿Qué pasó? Hay dos versiones, la mala y la piadosa. En la mala, triunfó la ambición personal. Los dirigentes socialistas sabían que pasarían años o décadas antes de que el PSN pudiera gobernar sin la derecha. Y la vida, especialmente la vida política, es corta e incierta. Tempus fugit, carpe diem y todo eso. Así pues, una vez más, la tentación de poder se impuso. El comité regional del PSN aprobó el nuevo rumbo con pocas discrepancias (106 a favor, 17 en contra, 6 abstenciones), lo que me produce aún más pesimismo sobre la democracia y los mecanismos de poder en los partidos. La obediencia es el valor supremo y sigue siendo verdad el tópico de que el que se mueve no sale en la foto (recuerdo todavía con asombro que fue Aznar él solito quien nombró a su sucesor entre unos expectantes y sumisos Rajoy, Rato y Mayor Oreja. Y luego nos quejamos de las monarquías hereditarias. O de Corea del Norte).
Como decíamos, esta es la versión mala: los dirigentes del PSN sacrificaron el futuro del partido por unos pocos años de felicidad propia. El daño ha sido terrible. Costará mucho tiempo recuperar lo perdido. La versión piadosa es, por el contrario, que los dirigentes del PSN se creen su propio discurso, que realmente son sinceros cuando dicen que el participar en el gobierno ha modulado las políticas de la derecha y que estar fuera hubiera sido peor, que han hecho lo que era mejor para Navarra, sin primar su interés o su vanidad. Quizás sí se lo crean. La psicología ha probado que la capacidad de autoengaño del ser humano para tener una buena imagen de sí mismo es infinita.
A día de hoy nadie duda quién gobierna en Navarra y la incómoda, casi imposible, posición del PSN con una UPN fiel colaboradora del PP en Madrid y entusiasta seguidora de recortes y reformas laborales. El pacto con UPN fue un error. Como dijo Jiménez, la oposición y el gobierno no son compatibles.
¿Qué llevó al PSN al pacto? Elijan ustedes entre la versión mala y la piadosa, aunque creo que a estas alturas la cuestión es irrelevante: tanto si fue deshonestidad como si se trató de miopía la única posibilidad de detener la caída libre del PSN es que los dirigentes saluden a la grada y se despidan dignamente de la afición. No creo que lo hagan motu propio. Culparán del fracaso del pacto a la deslealtad de UPN y tienen amplias posibilidades de ganar el congreso. Si es así, Roberto Jiménez volverá a presentarse a las elecciones y el PSN se hundirá aún más. Jiménez dimitirá o aguantará la legislatura pero dará igual, habremos perdido otros cuatro años, acaso más. El futuro del PSN para mucho tiempo lo decidirán los delegados al Congreso.
José Luis Sesma Sánchez