Llega el verano, vacaciones, descanso, fiestas y de repente la enfermedad. Nervios, incertidumbre, qué pasará, cómo nos atenderán...
Inicias el viaje en tu centro de salud, que te recibe y te cita con un médico que, pese a no ser el titular, te atiende y te deriva, con buen ojo clínico, al servicio de urgencias.
Llegas allí y es como una orquesta en la que todos velan por tu salud y por tu bienestar. Medicina, enfermería, auxiliares, técnicos de rayos, celadores, personal de limpieza, de seguridad… todos a una.
Ingresas en el Pabellón E. Primero en la planta primera y después en la segunda. Es increíble el trato que dais día a día con las condiciones en las que os toca trabajar. No queremos nombrar a ninguno por el riesgo de olvidarnos de alguno de vosotros, pero sentiros todos felicitados por vuestra profesionalidad y buen trato hacia nuestra madre. Vuestra sonrisa y amabilidad también curan.
Ahora un deseo, ojalá que consigáis con vuestra recogida de firmas que se instale un sistema de refrigeración, ya que las altas temperaturas del pabellón no son saludables ni para los pacientes, ni para los acompañantes, ni mucho menos para vosotros los profesionales.
Mención especial merece el servicio de radiología y concretamente el angiografo. Qué manera más sencilla de explicar algo que parece ciencia ficción. Qué suerte contar con esas manos para curar y sanar a nuestra madre y a todos los que van allí.
Somos una familia agradecida a todos vosotros, qué buenos profesionales tenemos. Os decimos a todos gracias.
* En representación de todos los hermanos