cUANDO se quiebran los iconos suelen aflorar las caras más crudas de una realidad que ya estaba ahí. La declaración de preconcurso de acreedores de Fagor Electrodomésticos pone en evidencia que la dinámica de las relaciones económicas, la actividad industrial y el mercado no distinguen de modelos de empresa y el más ilusionante puede no ser el más eficiente. La medida no afecta las compañías del Grupo Mondragón en Navarra, que con un total de 12 empresas que dan trabajo a 4.117 personas en sectores como la industria, las finanzas y los servicios, es el segundo empleador privado tras Volkswagen de la comunidad. Fagor llega al punto de no retorno después de años de crisis severa y de meses de diseñar estrategias a un quinquenio vista sin resolver las imperiosas obligaciones del mes siguiente. De la experiencia cooperativa de MCC deben salir conclusiones y aprendizajes, porque el suyo ha sido el modo más doloroso de experimentar los límites de las estrategias de expansión ante un mercado global y una dimensión también global de los modelos de producción. A Fagor le ha faltado fortuna, sin duda. La cooperativa no es diferente a cualquier otra empresa industrial con un producto necesitado de una demanda dinámica. A Fagor Electrodomésticos le ha herido de muerte la longitud de esta crisis y la profundidad de su impacto. El atasco del consumo privado derivado de la incertidumbre y el desplome de la construcción de nueva vivienda han dejado sin soporte a un gigante local al que se le ha atragantado su proyecto de crecimiento. Con la inversión realizada y las posibilidades de acometer su amortización casi anuladas por las condiciones del mercado, una estrategia industrial infructuosa y los costes marginales menores de una competencia gigantesca, el recurso meses atrás a la solidaridad del grupo cooperativo sólo ha servido para retrasar lo inevitable. Y lo inevitable es que MCC ha decidido que el miembro enfermo no puede arrastrar a todo el cuerpo comprometiendo su propia viabilidad por una deuda de 800 millones de euros y una estructura cuyo funcionamiento es una máquina de acumular pérdidas. Los cooperativistas han practicado el sacrificio salarial -también las compañías y trabajadores de Navarra-, pero la gestión de ese esfuerzo no se ha traducido en viabilidad para Fagor. Ellos y los miles de empleos en cuestión en sus empresas proveedoras merecen un apoyo más realista y eficiente.
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