han pasado varios días desde aquel fatídico 18 de mayo que a muchos se nos hará difícil olvidar, y más a esa gente que hemos vivido por primera vez y en primera persona cómo Osasuna se topa con la Segunda División.

Estamos ante un momento difícil en lo deportivo por la tristeza del descenso y por la imagen ofrecida del equipo en los últimos encuentros de la pasada campaña, pero tras asumir todo lo deportivo un poco, siendo conscientes de que la herida sigue abierta, cuando nos damos cuenta de que ésta duele verdaderamente, es cuando inmediatamente un día después de consolidarnos como equipo de la Liga Adelante para la siguiente temporada nos topamos con la malísima, nefasta, horrorosa? gestión institucional que se ha llevado a cabo en Osasuna en los últimos años.

Yo, como una chica ingenua de 19 años a la que el forofismo le puede, caigo en picado a tierra desde la cima tras recibir incansablemente dolorosas noticias rojillas que salían de debajo de la alfombra.

Tras ver toda la porquería que ha salido y saldrá, he llegado a una conclusión: que desde hace más o menos 12 años no ha habido osasunismo en la junta directiva, tampoco pasión por defender un escudo, y ya si hablamos de trabajo e implicación? ¡cero patatero! Los que se han hecho pasar por máximos mandatarios del club solamente se han movido por conveniencias propias, eso sí, siempre bien acompañados con la Visa Oro del club. Esa es la única tarjeta que amaban y no la de socio?

Como aficionada, todo esto me da miedo, porque ya estamos a junio y no veo nada claro el futuro del equipo rojillo, pero no sé porqué, algo me hace seguir teniendo confianza; supongo que será el sentimiento osasunista y las palabras de grandes sabios cargados de osasunismo.

Todo el osasunismo sigue de luto, pero lo que más me entristece es juntarme con gente que ha sido durante mucho tiempo socia, y el año que viene, por culpa de algún que otro sinvergüenza (y, por favor, permitidme denominar así a toda la junta directiva -tanto a ésta como a la pasada- y por supuesto también a Vizcay), no vayan a renovar el abono, y no porque el equipo haya descendido, que tal como está el asunto igual es lo de menos, no van a renovar porque sienten, como sentimos muchos, que Osasuna en estas condiciones no es un club que les represente. A todos esos que habéis pedido el divorcio después de tantas discusiones acaloradas, emociones, decepciones, lágrimas?, recomiendo que deis una segunda oportunidad a Osasuna como club porque ni el león, y menos el escudo, tienen la culpa, ya que ellos también están rotos, manchados y machacados. No podemos abandonar el barco, tenemos que luchar para que cada uno que ha herido gravemente a Osasuna pague por ello. ¡Aúpa Osasuna! Gora Osasuna!