Ayer las 4 últimas trabajadoras del personal técnico del Crana recibieron la carta de despido, y éste se hará efectivo el 3 de febrero. Estamos ante la extinción efectiva del Crana sin que ninguno de sus 16 técnicos ni de las tareas que desempeñaban en el momento del anuncio de la reestructuración del Gobierno de Navarra (22 de enero del 2014) hayan sido absorbidas por el propio departamento ni por sociedades públicas nodrizas.
Después de un largo proceso de incertidumbre en el que los trabajadores han cumplido hasta el final con la misión y compromisos adquiridos, a pesar de la situación de desamparo en la que se encontraban. Se puede afirmar con rotundidad que no ha existido una voluntad real de dar ningún tipo de continuidad ni al personal ni a las tareas, servicios y funciones del Crana. Servicios y proyectos que, por otra parte, y a lo largo de estos meses, no han cesado de recibir públicamente reconocimientos y menciones, tanto de parlamentarios y ayuntamientos de todo tipo de siglas y partidos políticos, como de organizaciones de Navarra, España y Europa, e incluso del propio consejero Esparza al mismo tiempo que nos cierra.
Los trabajadores no cesan de preguntarse el porqué de ese tratamiento discriminatorio, cuando ante semejantes objetivos otras fundaciones también implicadas en el proceso de reestructuración iniciado por el Gobierno han recibido otro trato. Concretamente, el proceso en la Fundación INAAC ha comportado la reubicación de la mayoría del personal y sus funciones en la Fundación Baluarte; y en otras sociedades y fundaciones de otras comunidades la reestructuración ha significado la reorganización/reordenación, pero no la desaparición y eliminación del capital humano e inmaterial de las instituciones implicadas. En el caso de Crana ninguna alternativa ha sido estudiada ni puesta en marcha.
Resulta también paradójico y desconcertante cómo el Parlamento, y en concreto su comisión de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local, la semana pasada aprobaba (incluido el voto de los parlamentarios de UPN) una petición por la que instaba al Gobierno a: “? que no tome ninguna decisión que suponga la eliminación definitiva de la Fundación Crana para que sea el próximo Gobierno que surja de las elecciones forales 2015 quien tenga libertad para tomar esa decisión y decida si Navarra puede tener un futuro sin una política de sostenibilidad y sin dotar esa políticas de los recursos necesarios para desarrollarla entre los que incluimos a Fundación Crana como pilar fundamental”. Sin embargo, la realidad es que no ha habido otra acción que el traslado a los trabajadores de la carta de despido.
El mantenimiento de la carcasa del Crana (nombre, CIF y tareas administrativas residuales) es una obligación si el Gobierno quiere cobrar la cofinanciación europea que tardará al menos un año y medio, pero la desaparición del capital humano, con el despido definitivo del personal técnico, no permite garantizar de ninguna manera el mantenimiento de la misión y objetivos de esta entidad, ni siquiera en un estado latente.
En definitiva, hoy estamos ante una muerte que, no por anunciada, resulta menos dolorosa para las sociedad navarra, por lo que significa en pérdida de referencias, pérdida del trabajo hecho, pérdida de empleos y posibilidades de crecimiento de pequeñas y medianas empresas; y pérdida de nuevas oportunidades. En definitiva, pérdida de posicionamiento y competitividad que permitía, ni más ni menos, aportar recursos de mejora para Navarra. De los que en estos tiempos estamos bien necesitados.
La actividad del Crana en estos 12 años se ha centrado en:
La mejora de la gobernanza ambiental. La promoción de la transición hacia un nuevo modelo económico más sostenible. El apoyo a las organizaciones y ciudadanía en la reducción de sus impactos ambientales:
-Promocionando procesos de innovación, de participación, de sensibilización y formación, de información y documentación.
-Desarrollando programas específicos en agua y ríos; en energía, cambio climático y movilidad; en residuos; en gestión ambiental en empresas y responsabilidad social; en consumo; en voluntariado ambiental.
Las autoras son: Ana Etxaleku Castaño, Eva García Balaguer, Ana Carmen Irigalba Gambra, Ana Varela Álvarez, trabajadoras del Crana