De conventos a oficinas, otro absurdo inmueble
con la que está cayendo, resulta aún más chocante el empecinarse de algunos sectores de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona en convertir ¡un convento en sus oficinas!
Repitiendo el argumento de que la Mancomunidad ha crecido, ahora tiene tres sedes y convendría agruparse (y venderlas, que es ingenuidad). Llamando sedes a cualquier cosa y estando como están a un estornudo unas de otras y considerando que de su personal o público, muy pocos van de una a otra y menos se extravían por el camino, el argumento hace aguas.
Aguas, precisamente, su suministro, es la única actividad que por sí realiza la Mancomunidad. Y su cobro, que el agua paga casi todo. Porque transporte urbano y recogida de basuras los tiene subarrendados y se encarga de las pérdidas. Otra actividad es muy marginal (taxis) o decorativa, como el desbroce de riberas y alguna pasarela en lo que pomposamente llama Parque Fluvial del Arga y que está bien, pero no exageremos. Gestionando la Mancomunidad como gestiona apenas el suministro de agua, y gestionándolo de aquella manera -poco se ocupa de las enormes filtraciones, por decir un ejemplo- no se entiende cómo puede crecer el personal de la Mancomunidad hasta el punto de precisar para sus oficinas un convento que ahora ya ofrece compartirlo con otros organismos públicos de variado pelaje (la UPNA más o menos, y los que digan, que decir es gratis); en realidad todo eso le viene muy grande.
Y el precio. Compró la Mancomunidad ese convento por cuatro millones de euros a una Can ya en declive y también es curiosidad, mediante un crédito de la misma Can por casi igual importe; lleva años pagando la Mancomunidad intereses por nada, y unos cuantos estudios y proyectos; no falten. Esa ruinosa operación de compra quedará superada por unas obras que no bajarán de 35 millones de euros, se espera que con otro crédito. Para simples oficinas.
No notará el ciudadano o el consumidor de sus aguas ninguna mejora y solo por eso la propuesta de convertir ese convento en oficinas propias se revela errónea.
Esa idea de Mancomunidad puede ser parte del problema ya que no es parte de la solución. Ni entra en urbanística, ni en servicios sociales o a microayuntamientos comarcanos casi en quiebra. Ahí ni se asoma. Esa Mancomunidad no debería agravar sus mejorables finanzas con más créditos si no da más servicios. Un personal estupendamente pagado, incluso con planes de pensiones que regalaron 140 millones de pesetas como gratificación al jubilarse un anterior y eterno gerente (y no nuevas competencias sino acumular grasa) marcaron hace decenios el camino equivocado. ¿Y si nos replanteamos ahora la simple existencia de esa Mancomunidad, con el tremendo déficit que los navarros venimos soportando en y por nuestras muchas y variadas administraciones públicas, por anteriores políticas despilfarradoras, no solamente en cáscaras de hormigón? Olvidarse de oficinas y rehabilitar a muy inferior coste el convento en viviendas y sus celdas de monjitas para jóvenes y con alguna residencia de ancianos, eso sí que cubriría demandas sociales y más en el Casco Antiguo de Pamplona.
Es por dar ideas.
El autor es economista