Para Mercedes Navarro, cooperante de MDM
era un 29 de mayo de 1995, Mostar, en plena guerra de los Balcanes, cuando un croata loco por la guerra entró en la sede de MDM (Médicos del Mundo). Tú, Mercedes, no dormías la siesta; querías adelantar tu trabajo de logista en el ordenador, al mismo tiempo que atendías la radioemisora. Saliste para intentar calmarlo y aplacar su ira. Él buscaba a otra persona, pero en su locura de la guerra te disparó y te arrancó de cuajo la vida con todos tus proyectos y sueños. Tú llevabas la paz en la bandera blanca de tu bata y en tu alma. Él, loco por una guerra; y tú, Mercedes, con 38 años, cuya ilusión era poner amor en las heridas de un pueblo torturado, fuiste arrancada de esta vida; caíste como una flor al suelo y con tu sangre derramada has ido sembrando semillas de amor y voluntarios (como lo eras tú) por todo el mundo. Seguro que allí donde estés seguirás ayudando, porque tú eras así, una mujer muy sensible, de corazón abierto a las personas que sufren, a los más desfavorecidos; una persona entregada en el trabajo, luchando por la justicia, la paz y la solidaridad. Eras una mujer íntegra, con una voluntad enorme, optimista, activa, trabajadora y detallista. Con tu espíritu derrochabas simpatía y sociabilidad, enormemente generosa e inquieta. No quisiste vivir como una funcionaria, ni sentirte como una burócrata; solicitaste excedencia en tu trabajo de administrativa en la Diputación Foral para ser cooperante en países necesitados, en diversas misiones de la OMS en Guinea Bissau, México, Brasil, Bruselas y con MDM a Bosnia. Tu sueño era socorrer a un mundo maltratado, buscabas vivir pero encontraste la muerte.
A ti, Mercedes, que diste tu vida por ayudar a los demás, te damos las gracias allí donde estés, en tu propio cielo. Tu trabajo, anhelado y tan deseado, ese que te dio la alegría en tu vida y la muerte ¡qué contradicción! A un ser especial que no se le reconoció en su vida todos esos valores, a una mujer que, a pesar de su miedo interno, demostró las agallas suficientes para marcharse a Bosnia. El testimonio de tu vida supone para todos los ciudadanos de Navarra un ejemplo de entrega a los demás, de valentía y coraje para conseguir un mundo más justo y solidario.
Después de aquel fatídico 29 de mayo te han dado varios premios y condecoraciones: la Cruz Oficial al Mérito Civil de España, la Medalla Europea de la Cooperación, el I Premio Nacional Rosa Manzano, un Centro de Salud y una calle en Sevilla con tu nombre “Mercedes Navarro”, una placa del Gobierno de Navarra de reconocimiento a tu labor humanitaria, una placa en la Universidad de México donde hiciste un máster de Salud Pública. Te concedieron el premio Internacional Jaime Brunet 2005 pro Derechos Humanos. Tu familia donó el dinero de este premio a Médicos del Mundo para seguir la causa por la que siempre luchaste. Gracias a esta donación se pudo construir un hospital materno-infantil en Honduras que lleva tu nombre. Eras una mujer incansable, luchadora por el derecho a la vida y dignidad humana, en la ONG Médicos del Mundo (MDM) ejercías tu labor de logista cooperante.
Tu muerte simbolizó el testimonio de los esfuerzos de muchos cooperantes en zonas de conflicto, que realizan su trabajo de forma voluntaria y desinteresada, aun a riesgo de su vida.
A Mercedes, a la que el mayor favor que le podías hacer era pedirle uno. Con todo mi cariño para ti, Mercedes, y para tu hermana Nuria.