Bel Pozueta, representante de los padres y madres de los jóvenes de Altsasu encarcelados por una agresión a dos guardias civiles, encabezaba la lista de EH Bildu en Nafarroa y, aunque a la segunda, ha conseguido obtener el apoyo de la ciudadanía. En abril sorprendió que, pese a las protestas masivas ante la desproporción de las penas impuestas a aquellos, no lo obtuviese y conviene preguntarse qué ha ocurrido para que en las elecciones del 10N sí lo haya logrado (lortu dugu rezaban la noche electoral en la sede de la formación abertzale). Habrá quien piense que se ha producido un mero trasvase de votos desde Geroa Bai y punto, pero en mi opinión esa respuesta es demasiado simplista porque, excepto cuando ha liderado la lista la carismática Uxue Barkos, Geroa Bai nunca ha gozado de muchas opciones, pues se ha especializado en las elecciones al Parlamento Foral, fenómeno electoral muy frecuente que afecta sobre todo a partidos del nacionalismo moderado. A mi juicio, la causa principal de que EH Bildu haya inspirado entre la ciudadanía una confianza de que hace unos meses carecía se halla en su abstención a la investidura de María Chivite. Este acto generoso y lleno de responsabilidad ha marcado un punto de inflexión en la política navarra y ahora podemos afirmar que se puede contar con EH Bildu para impedir que la derecha se haga con el poder y para la composición de un gobierno moderado que materialice coherentemente los resultados electorales en la Comunidad Foral desde hace muchos años, que dan una clara y persistente ventaja al progresismo si incluimos al PSN. Incluido éste, el cambio en Navarra podría continuar sine die, de modo que UPN tarde muchas legislaturas en volver al poder, y solamente si se produce una improbable hecatombe entre las fuerzas progresistas. EH Bildu ha sentado las bases para que exista un espíritu de colaboración entre diferentes tipos de progresismo y ha coadyuvado en la unidad de la izquierda, cuya carencia ha impedido la formación de un gobierno progresista en Navarra y en el Estado durante demasiado tiempo. Además, con ello ha dejado atrás un pasado doloroso y se ha puesto mirando con esperanza el futuro de esta comunidad y de Euskadi entera.

Desde la derecha, se utiliza la abstención de Bildu como arma arrojadiza contra el Gobierno Foral. No obstante, en el 10N hemos comprobado cómo la ciudadanía va por otro lado y cómo le ha agradecido a la formación abertzale que haya actuado con espíritu constructivo, dadivosidad y responsabilidad. Quizás empiece a ser demasiado notorio que las referencias a la violencia política cada vez son más extemporáneas cuando se formulan en campaña electoral. El uso que se hace del terrorismo para lograr votos resulta ya patético; en esto solo queda atender a las víctimas en orden a la superación del duelo. Desde el punto de vista democrático se tendrá que debatir a medio y largo plazo sobre los objetivos políticos sustantivos de EH Bildu. La izquierda abertzale no exige ya la independencia de Euskal Herria por decreto gubernamental, sino que se ha puesto a trabajar positivamente. Es de esperar que Bel Pozueta en el Congreso mantenga esa actitud edificante que ha sustentado su elección, lo mismo que el resto de sus compañeros diputados, que seguirán recibiendo muchos insultos y descalificaciones, ante los que deberán demostrar también mucha paciencia y humildad, máxime ahora que ya saben que estas virtudes morales proporcionan resultados muy favorables para sus intereses y los de la ciudadanía. Satisface comprobar cómo a un comportamiento loable le ha seguido un premio importante. Mi enhorabuena a Bel Pozueta y a los jóvenes de Altsasu, que tienen una firme defensora en el Congreso, preparada ahora sí para realizar un buen trabajo en pro de la justicia, la equidad y la proporcionalidad.

El autor es escritor