Para muchos, todavía, es la palabra del demonio con rabo y orejas grandes que mata a las almas benditas. Ahora está en el gobierno y tiene coleta larga. Es lo que promocionan la extrema derecha, los fachas del centro y toda la fuerza del dinero que han acumulado durante años a la sombra de la dictadura. Dinero a espuertas invertido en prensa, radio y televisión, redes sociales e Internet, que es el poder real de ahora, antes y después. Deberían ser las urnas las que manden, pero si no les sale como quieren, los fachas y sus seguidores de centro ponen en marcha lo que haga falta, meten ruido y más ruido chabacano para reventar lo que haga falta, ya que no soportan que los pobres manden y el dinero se reparta algo, no por ser hijo de, sino porque aun trabajando no les llega. Estos se llaman ahora neoliberales y le llaman comunista a cualquiera que hace lo que puede para bajar del caballo al señorito, al reyezuelo y al tipo inflado y gordo que no le importa más que él y su dinero. Que no, que no nos van a engañar otra vez esos nazis chulos, esos señoritingos sin conciencia que les encanta que los militares salgan a la calle y pidan el DNI. Que no. Esos tiempos ya deberían haber pasado y no necesitamos que vuelvan nuevos pactos con ellos con la excusa del coronavirus. Que no.