n Navarra, un número más que considerable de empresas están participadas de capital extranjero. Es innegable que la entrada de capital extranjero favorece la internacionalización de nuestra economía, contribuye al desarrollo de sectores clave, aporta innovación, tecnología, nuevas relaciones€, pero también tiene su revés cuando el centro de la toma de decisiones se sitúa fuera de nuestras fronteras. Las empresas, en muchas ocasiones, pierden arraigo con el territorio que las cobija y se convierten en una simple pieza de un complejo juego de ajedrez.
Hace escasas semanas conocíamos el dato de que más del 40% del valor de producción de la Comunidad Foral de Navarra proviene de filiales de empresas extranjeras. 120 multinacionales se asientan en nuestro territorio abarcando una amplia gama de actividades económicas, que van desde la automoción, manufactureras, servicios, inmobiliarias, pasando, como no, por el sector de las energías renovables.
El Gobierno de Navarra se está centrando en dinamizar el tejido económico, y en el Partido Socialista de Navarra tenemos muy en cuenta que la Comunidad Foral no puede desarrollarse a dos velocidades. Diversificar la localización empresarial es básico para fomentar la más que necesaria cohesión territorial. El desarrollo económico y social de las zonas rurales no sería posible sin la instalación de empresas.
A lo largo de los últimos años, hemos asistido al desmantelamiento de factorías que deciden dejar Navarra para ubicarse en otro país a fin de reducir los costes laborales y de producción. La deslocalización es ya una realidad francamente preocupante. No se puede prohibir a las empresas la posibilidad de elegir la ubicación de sus actividades, pero hay que recordar que a nivel europeo existen limitaciones y medidas recogidas en los reglamentos de la UE. La realidad está demostrando que esas medidas son insuficientes, quizás ha llegado el momento de asumir un fuerte compromiso en el ámbito comunitario para reducir el fenómeno de la deslocalización empresarial.
Aunque el anuncio de cierre de una empresa siempre es muy doloroso, siempre es una mala noticia. Se podría llegar a entender tal decisión cuando realmente existen motivos objetivos, pero, por desgracia en muchas ocasiones el punto y final de una empresa no es justificable, no es comprensible.
La deslocalización empresarial suele estar ligada a intereses meramente económicos, se trata de mejorar la cuenta de resultados, en una palabra ganar más. Lo que hay detrás de estas decisiones es el drama de la destrucción de puestos de trabajo y las nefastas consecuencias sociales para el futuro de la zona abandonada.
Cuando se deslocaliza una empresa se olvida que la competitividad no solo reside en la cuenta de resultados, sino que una empresa también es competitiva por la formación y calidad de su mano de obra, por su talento, por el compromiso de la plantilla, el entorno, las comunicaciones, la política económica de la Administración, las ayudas que recibe, o incluso la cercanía de la empresa con el Gobierno. Todos estos factores, y muchos más son bienes intangibles que no se reflejan en la cuenta de resultados.
Compartimos completamente el informe aprobado por el Parlamento Europeo sobre las deslocalizaciones en el contexto del desarrollo regional. Es absolutamente imprescindible que, cuando se concedan ayudas provenientes de fondos europeos, se vele para que la concesión de dicha ayuda vaya acompañada de garantías sobre el empleo a largo plazo, y en consonancia, también se deben reforzar las disposiciones sobre la información y consulta de los trabajadores, con el fin de asegurarse de que las empresas, al menos no puedan marcharse de la noche a la mañana.
En definitiva, se debe garantizar la coherencia de la política de desarrollo regional, lo que implica, entre otras muchas cuestiones, que se debe establecer que las ayudas públicas no presten su apoyo a las prácticas que no contribuyan a la consecución de los objetivos de cohesión económica, social y territorial, así como los objetivos estratégicos de pleno empleo con derechos tales como las deslocalizaciones injustificadas en términos de viabilidad económica o que puedan provocar la supresión de numerosos puestos de trabajo.
En este sentido, podemos afirmar que, sin duda, Navarra es una Comunidad atractiva y competitiva. Lo es por su fortaleza industrial, su diversidad, su autogobierno, su nivel de renta, su política económica y empresarial, la calidad de sus servicios públicos, o sus centros de formación. Debemos competir apoyándonos en todas nuestras fortalezas que añaden valor, y no en la subasta a la baja en las condiciones laborales de las plantillas.
La autora es portavoz PSN-PSOE Desarrollo Económico y Empresarial
A lo largo de los últimos años, hemos asistido al desmantelamiento de factorías que deciden dejar Navarra para ubicarse en otro país a fin de reducir los costes laborales y de producción
Lo que hay detrás de estas decisiones es el drama de la destrucción de puestos de trabajo y las nefastas consecuencias sociales para el futuro de la zona