Navarra ha sido la primera comunidad en ver a sus alumnos y alumnas volver a las aulas en un curso 2020-2021 marcado por la amenaza de los contagios de covid-19 y las medidas desplegadas para prevenirlos y contenerlos en los centros educativos. Y esta incorporación presencial a la educación, ya sea de forma plena o compatibilizándola con la modalidad en remoto, como es en el caso de las universidades, supone el mayor avance hacia una cierta normalización, a la altura del final del confinamiento y el inicio de las restricciones, desde que la pandemia condicionó nuestras vidas hace ya seis meses, el pasado marzo. Pero disipadas las dudas sobre la necesidad de la presencialidad en la educación, especialmente en determinadas fases de la misma, el regreso a las aulas implica asimismo que el sistema educativo enfrenta en este primer trimestre del curso y último del año -a la espera de que las previsiones de vacunación para final de 2020 o principios de 2021 se hagan realidad- un desafío de características distintas pero proporciones similares al que afrontó y superó hace medio año el sistema sanitario ante la extensión y entonces alta letalidad del SARS-CoV-2. Ahora es lógico que aumenten los casos ligados al ámbito educativo, lo que no debe suponer un incremento de los niveles de alarma, ya que es preciso más tiempo y análisis para prevenir y reforzar las medidas en las aulas y entre todos los que a ellos acuden. Es posible que haya que cerrar aulas o incluso -ojalá no sea así- colegios pero los protocolos establecidos para los más de 105.000 escolares navarros, casi 12.000 docentes, resto de personal auxiliar y familias del alumnado son rigurosos y esperemos que efectivos. Como ejemplo, en una semana de curso escolar en Francia sólo se han cerrado -y por precaución- 22 de los 60.000 centros escolares. Las cifras se verán ampliadas por el fenómeno de las variaciones en las relaciones sociales que ya causó un incremento de los contagios con el inicio del periodo vacacional allá por el mes de junio. Por ello, también porque el protocolo de regreso a las aulas puesto en funcionamiento tiene reflejo exacto en otros países y el respaldo de los especialistas en salud pública, desconcierta sobremanera convocatorias de huelga injustificadas e injustas, que únicamente contribuyen a aumentar la confusión entre los alumnos y sus familias.