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Mesa de Redacción

Alicia Ezker

No hay que irse muy lejos

n esto del consumo local pasa como con la corrupción. Corrupto no es solo el que comete un delito evidente; la corrupción está también en los pequeños gestos, en la suma de muchos de ellos. Corrupto es el que tiene la caja B, pero también el que acepta una factura sin IVA, el que no pone bote y se suma al poteo como si nada, el que no mete en el sobre de la sociedad la cantidad que cubre lo consumido sino bastante menos, el que se cuela sin billete o el que no declara todo lo que ingresa. Lo mismo pasa con lo que consumimos. A la vista de la uniformidad de nuestras ciudades y de las bajeras que ya no levantan la persiana, no contamos toda la verdad. Para que siga abierto nuestro comercio cercano, y más tras estos duros meses de pandemia, no tenemos que irnos muy lejos a comprar y generalmente lo que compramos a golpe de click nos queda bastante distante. Creo que cada vez más se nos llena la boca hablando del comercio local y de proximidad, de productos kilómetro cero, de la necesidad de apoyar lo que nos rodea para crear un sistema sostenible. Pero ¿lo hacemos? ¿Apoyamos con nuestras compras el comercio local? Es cierto que no siempre es posible, que la oferta de proximidad sigue siendo limitada, que muchas veces aunque quieras no te queda otra que recurrir a la compra online. Pero esto, como todo lo que tiene que ver con la covid-19, es cuestión de actitud, de decidir de qué lado nos ponemos y actuar en consecuencia.